La crónica de sucesos, tantas veces considerada con injusticia un género para aprendices o, al contrario, para perdedores quemados y descreídos, merece la misma dignidad que los grandes reportajes de investigación política que encumbran a sus autores hacia el estrellato, una asesoría de prensa o un despacho directivo.

La grandeza del periodismo de sangre ejercido con honradez, valentía y creatividad queda patente en la recopilación Asesinato en América, que la editorial Errata Naturae pone a la venta el 9 de mayo (352 páginas, 22,90 euros).

El libro agrupa la cobertura periodística de alta escuela de ocho de los más dramáticos y atroces delitos criminales de la historia de los Estados Unidos. Los autores recibieron el Premio Pulitzer por cada uno de los reportajes.

Se trata de crónicas en caliente, escritas contra reloj, con el acechante (e inspirador) aliento del cierre sobre el cuello de los reporteros. Casi todas las piezas son seriadas y cronológicas, cubriendo desde el salto informativo del suceso a los medios a la resolución del caso.

La única excepción de pieza única es el magistral Tres disparos y un atisbo de rosa sobre el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy en 1963. El periodista, Merrimam Smith, viajaba con la comitiva oficial acreditado por la agencia United Press International y vió en persona el magnicidio, el traslado del cuerpo al hospital y el regreso del cadáver a Washington en el Air Force One.

Otras piezas relatan la matanza del instituto de secundaria de Columbine, donde dos alumnos masacraron a 13 personas antes de suicidarse, y la muerte de cuatro de cuatro estudiantes en la Universidad de Kent (Ohio), acribillados por la Guardia Nacional durante una manifestación pacifista.

También aparecen en el libro los asesinatos sacrificales cometidos por la secta del Templo del Amor; la caza del hombre del francotirador demente de Shape Gap, y la explosión homicida de Howard Unruh, que mató de manera indiscriminada a 13 personas en 1949, en lo que se considera el primer crimen en masa de la historia de EE UU.

El caso más antiguo es uno de los más perversos. Se refiere al asesinato, en Chicago, en 1924, de un niño de 14 años, al que mataron Nathan Leopold y Richard Loeb, dos millonarios esudiantes de universidad, que sólo tenían la intención de perpetrar el crimen perfecto y "experimentar" sensaciones fuertes. El suceso inspiró las películas La soga (Alfred Hitchcock, 1948) e Impulso criminal (Richard Fleisher, 1959).

Algunos de los autores son periodistas mitológicos, como el citado Merrimam Smith, capaz de dictar el teletipo sobre el final de la II Guerra Mundial con una clavícula rota y sin vendar; o Meyer Berger, que publicó su primer artículo a los trece años (sobre un hombre que le ganó una apuesta a un frutero al conseguir comerse de una sentada 250 manzanas).

Otros son plumillas desde la cuna, como Robert Vernon Cox, que fue granjero, empleado de gasolinera y vendedor de coches antes de obtener un empleo como periodista en el Chambersburg Public Opinion. Allí se ocupó primero de la página de deportes y más tarde se especializó en la crónica judiciaria, obteniendo el Premio Pulitzer tras años dedicado a una investigación exhaustiva y rigurosa.

La antología ha sido preparada por el crítico y editor italiano Simone Barillari (1971), que dirige la colección de literatura angloamericana Greenwich de la editorial Nutrimenti.