Más de cuatro millones de espectadores conocieron a través de la tv movie La duquesa los primeros años de la vida de Cayetana Fitz-James Stuart que interpretó con acierto Adriana Ozores. Ahora, la actriz vuelve a encarnar a la aristócrata en una segunda parte –que competirá contra El barco (Antena 3)–, en la que se profundiza en sus 23 años de matrimonio con Jesús Aguirre.

Después de ahondar tanto en su vida, ¿ha descubierto algo que no supiera sobre ella?

Se va a poder ver a una persona de carne y hueso con todas las contradicciones y sus carencias, no solamente a una persona del papel cuché.

La duquesa detectó algunos errores en la primera parte. ¿Se han cuidado más esos aspectos?

Eso son anécdotas. Intentar imitar absolutamente la realidad es ridículo. Es normal que cuando se hace algo sobre tu vida haya cosas con las que no estés de acuerdo. Pero ella sabe que se ha tratado todo con mucho respeto.

¿Ha intentado imitar sus gestos?

Imitar se puede convertir en algo esperpéntico. Y esa no ha sido nuestra intención. Yo he intentado conocer a la duquesa para contarlo desde mi experiencia.

Tiene una gran capacidad para pasar de la comedia al drama. ¿Cómo lo hace?

Me he criado entre actores de comedia, pero también me ha gustado interpretar otros géneros como el drama.

¿Y cuál agota más?

El drama, porque estás manejando energías que no son positivas. Cuando se trata de teatro además te mina, porque lo repites una y otra vez.

Su padre también hacía muchos papeles dramáticos.

Sí, pero en general mi familia se ha dedicado a la comedia. Es un género más fácil de vender, porque la gente prefiere pasar un rato agradable y olvidarse de las cosas.

¿Qué recuerdos guarda de él?

Bastantes. Pasó mucho tiempo enfermo en casa y estaba siempre con él. Era un ser entrañable. Aprendí mucho de él: era un actor que sabía mezclar la ternura con la comedia y al mismo tiempo la hondura. No hay nadie que no me hable de mi padre con cariño.

¿Fue decisivo para saber a qué se quería dedicar?

Creo que es más bien algo genético. Ten en cuenta que soy la sexta, y no me siento vinculada a esta profesión solo por mi padre, sino por toda mi familia. He aprendido muchas cosas sin necesidad de vivirlas porque ya me vienen incorporadas.

Juega entonces con ventaja.

Absolutamente (risas). Los que venimos de una familia de actores, como en mi caso, traemos mucho de fábrica.

Con la trayectoria que tiene a sus espaldas, si hiciera balance, el apellido Ozores ¿abre o cierra puertas?

Empecé con la profesión abriéndome los brazos. Todos sabían quién era yo, y mi familia ha dejado mucho respeto y muy buen recuerdo. Mariano Ozores ha podido hacer películas facilonas, pero el respeto que le tenía a la profesión me lo ha regalado también a mí. Sí que es verdad que durante una época la prensa me dio la plasta con el hecho de que hiciera drama, pero eso ya está bandeado suficientemente.

¿De qué adolece ahora mismo la televisión?

Sobre todo de un tema económico. Determinados productos solo van encaminados a buscar audiencia. Mientras no haya más programas educacionales y un interés de la gente por ellos, tendremos lo que nos merecemos.

Usted consume poca televisión.

Sí, pero veo alguna cosa de cine y documentales. Soy una loca de los animales y por eso me gusta mucho La 2. Le haría un monumento a su director por considerar a esa otra parte del público que demanda ese tipo de informaciones.

¿Qué se siente al estar tantas veces nominada al Goya?

Es bonito sentir que tu trabajo gusta. De algunos estás más satisfecha y tienes una mayor sensación de haberlo hecho bien, con otros menos, pero en general estoy muy contenta.