Hace referencia a Blade Runner donde el replicante se descubre más humano que el humano, Harrison Ford. Al final dice: «He visto cosas que jamás imaginarías, naves ardiendo más allá de Orión y todo se perderá como lágrimas bajo la lluvia».

¿Es una búsqueda de la identidad?

Sí, porque la precariedad te hace perderla. Vivimos con un ritmo frenético en el que somos como androides llevados por la corriente.

¿Y contra esto?

Recuperar la memoria.

Iba a participar en el suspendido concierto por el 11-M. ¿Siempre es bueno recordar?

Es necesario recordar el 11-M; primero, por las víctimas, y, segundo, para que reflexionemos sobre el mundo hostil que estamos construyendo y evitar que vuelva a ocurrir.

¿Cómo vivió esa fecha?

Estaba en Barcelona y me pasé el día pegado al teléfono, ya que parte de mi familia vive en El Pozo.

De los robots pasa a una rumba para El Vaquilla...

Su historia ya me rondaba hacía tiempo; un tipo que se pasó media vida en la cárcel. Representa a toda esa gente condenada, desde que nace, a ser delincuente habitual.

¿Se sintió a gusto rumbeando?

Los máximos ídolos de El Vaquilla eran Los Chichos y de ahí ese tono rumbero. Ha sido un divertimento porque todo músico tiene el interés de crecer e introducir nuevos sonidos.

¿Hacia dónde camina su música?

No lo sé, lo que siempre he tenido claro es lo que no quiero hacer.

¿Y qué es?

Que se frivolice con mi mensaje, que se desvirtúe la esencia de la canción de autor.

Lleva ocho años de carrera y seis discos editados. ¿Ha sido difícil mantenerse?

Casi un milagro. Fue difícil, aun siendo un privilegiado, porque es un estilo minoritario y hay muchos prejuicios sobre él.

¿Pensó en dejar la música?

Sí, cuando cantaba no por necesidad propia, sino por la exigencia externa. Veía que estaba perdiendo el carácter terapéutico, pero luego ella misma te reconcilia y te ayuda a retomar el vuelo.

¿Por qué se ve a los cantautores como hombre tristes y grises?

La imagen que se tiene no hace justicia. Todo lo que tiene un tufillo ideológico o una visión crítica se considera  gris. Es algo que está en toda la sociedad.

¿Su música es un cauce para la reflexión?

No, pero sí un encuentro de gente que se replantea cosas. Creo un puente de diálogo entre gente que descubre que no está sola; esto no es poco.

¿Entonces, la música, al menos la suya, es más que diversión?

No creo que toda la música tenga que ser reflexiva, pero sí lo suficientemente plural. Hay que ser capaz de escuchar desde Las Supremas de Móstoles hasta Joan Manuel Serrat, Sting, Jorge Drexler o Morente. Hay que ser ecléctico y no excluir nada.

¿El Oscar de Drexler es un tanto para los cantautores?

Para los cantautores y para la música en general.

BIO

Nació el 9 de marzo de 1974 en el madrileño barrio de Vallecas. Estudió piano y solfeo en el conservatorio. Debutó con el disco Atrapados en azul (1997) que incluye el tema Papá, cuéntame otra vez. Estuvo nominado para un Goya por el tema Km 0 y a un Grammy Latino en 2001.