Una universidad volcada

El sábado anterior a las elecciones en la Universidad de Murcia, un autobús cochambroso conducido por tres hippies cayó desde la autovía a las puertas del campus.
Los estudiantes vieron con sorpresa el lunes tamaño vehículo, repleto de cachibaches. Los más maliciosos pensaron que era la escultura de despedida de José Ballesta, simbolizando una de las asignaturas que ha dejado pendientes. Otros se preocuparon por si aquello era el bus electoral de los candidatos, máxime cuando se enteraron después que iba ocupado por dos hombres y una mujer. Yo no quiero creer que aquello es una alegoría de nuestra Universidad, donde el autobús, propio de una carrera de locos, representa la calidad de nuestra enseñanza ‘superior’; con unos conductores perdidos en el tiempo, aunque otro Gaudemus Igitur cantaría si el espíritu de California recorriera el anillo; y todo varado en la cuneta, sin posibilidad de conectar con la realidad por mucho que empujen sus alumnos, que no es el caso. Suerte para el nuevo magnífico, Cobacho.
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