El delegado del Gobierno en Castilla y León, Miguel Alejo Vicente, acompañado por el subdelegado del Gobierno en Salamanca, Jesús Málaga Guerrero, le ha hecho entrega al religioso de este reconocimiento.

Jesús García Rodríguez, que fue párroco de los barrios de Pizarrales, El Carmen y Blanco, de la capital salmantina, desde 1959 hasta su jubilación en 2006, ha reconocido sentirse "muy emocionado" por este acto en el que han estado representantes de la ciudad así como vecinos de los barrios en los que ha ejercido.

El párroco ha confesado que a pesar de su octogenaria edad sigue realizando distintas tareas junto a las Hermanitas de los pobres o la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Salamanca porque su intención siempre ha sido "meterse en el pellejo" de los más necesitados.

Asimismo, ha recordado algunas de sus vivencias como su colaboración junto a los vecinos del barrio de Pizarrales en las tareas para disponer de agua corriente en sus casas, que llegó en 1963.

En este asunto, ha valorado el trabajo de unos 300 vecinos, que aportaron dinero y sus propias manos para acercar hasta la zona las tuberías de servicio, y ha subrayado el grito en aquella época de uno de los vecinos, Luis del Arco, diciendo: "ha llegado el maná".

Sobre este y otros asuntos ha mostrado su satisfacción por el cariño recibido durante todos sus años en Pizarrales, al que llegó en septiembre de 1959, y ha animado a sus vecinos a seguir batallando por las cosas que quieren porque "si nos unimos y luchamos, todo se llega a alcanzar".

Reconocimientos del gobierno

Tanto el delegado del Gobierno en Castilla y León como el subdelegado han agradecido al párroco Jesús García Rodríguez su labor realizada, al que Miguel Alejo ha calificado de "un obrero del evangelio social".

Por su parte, Jesús Málaga ha destacado del agasajado que "no deja indiferente a nadie" y que desde sus inicios en la Iglesia "optó por los más pobres", especialmente en el barrio de Pizarrales, "que lo hizo suyo y donde fue feliz".

El subdelegado ha manifestado a los presentes la vitalidad del octogenario sacerdote, que "se pasa ahora las horas acompañando a los ancianos en los asilos a los que nadie va a visitar" y al que "las teorías no le sirven si no se entregan a la práctica".