¿Tiene sentido abrazar las curvas en tiempos de Ozempic?

Por más que defendamos siempre la diversidad corporal, la delgadez se impone a base de dietas y medicamentos que demuestran que la báscula nos da más miedo que nuestros prejuicios. 
Tan France, Hailey Bieber, Gigi Hadid y Gabriella Karefa-Johnson.
Tan France, Hailey Bieber, Gigi Hadid y Gabriella Karefa-Johnson.
SPENCER PAZER/NETFLIX
Tan France, Hailey Bieber, Gigi Hadid y Gabriella Karefa-Johnson.

Las revistas de moda se esfuerzan por abrazar la diversidad (siempre que por "esforzarse" entendemos que de vez en cuando, publiquen un editorial con alguna modelo que pesa cinco kilos más que el resto) y en cada gala intentamos celebrar la presencia de diferentes siluetas en el instante en el que alguna invitada se aleja de la talla cero. Sin embargo, basta con echar un vistazo a Hollywood, a las últimas entregas de premios e incluso a las redes sociales para darnos cuenta de que las curvas están volviendo a ser relegadas.

En la era de Ozempic, un fármaco inyectable para pacientes con Diabetes tipo 2 que propicia una pérdida de peso de alrededor del 15%, las clavículas vuelven a ser mostradas con orgullo ante los focos. Resulta contradictorio que frente a este furor por perder peso a la velocidad a la que subimos un 'story' en Instagram, nos de cierto pudor reconocer estar a dieta o querer perder peso. ¿La trampa del sistema? Asegurar que hay que luchar por una vida saludable y repetir el siguiente mantra: "no es una dieta, sino un estilo de vida". Se olvidan de aclarar, eso sí, que ese estilo de vida mira con el ceño fruncido a un plato de patatas bravas.

Se olvidan de aclarar, eso sí, que ese estilo de vida mira con el ceño fruncido a un plato de patatas bravas

Tenemos miedo a confesar que queremos estar delgadas, del mismo modo que damos por hecho que las personas gordas lo estan porque así lo quieren, como explica Ceci Wallace en el podcast La gorda está triunfando. "Ninguna persona gorda quiere estarlo. Les puedo asegurar que la mayoría, si pudiéramos hacer click y tener un cuerpo normativo, lo haríamos. No porque no nos aceptemos, sino porque nos ahorraríamos tanto acoso, sufrimiento, comentarios y opiniones, que podríamos estar haciendo nuestra vida normal y vivir intentando ser felices sin estar constantemente recibiendo ese acoso y derribo por existir en un cuerpo que no se considera canónico". Ella es un buen ejemplo de cómo las redes sociales han servido como plataforma a aquellas personas que se alejan de los cánones estéticos y que encontraron en la libertad digital la posibilidad de ser visibles en sus propios términos. 

El 76 por ciento de los mensajes de X analizados tienen contenido ofensivo hacia las personas con obesidad y sobrepeso

Un estudio avalado por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), tras haber analizado más de 34.000 comentarios en X (antes twitter), prensa digital y foros de internet que hacen referencia tanto a personas con obesidad o sobrepeso como a personas que han aumentado de peso sin que ello suponga un estado real de obesidad o sobrepeso, señala que el 76 por ciento de los mensajes de X analizados tienen contenido ofensivo hacia las personas con obesidad y sobrepeso, un porcentaje que asciende al 80 por ciento de los comentarios en foros, donde abundan los que cosifican a la mujer obesa. 

La trampa del (supuesto) amor propio

El problema es que mientas que los datos subrayan la existencia de la gordofobia, seguimos vendiendo el mensaje de la importancia de quererse a uno mismo. ¿Cómo pretendemos que se quiera el que es atacado y criticado constantemente? ¿Acaso no nacen estos mensajes del privilegio? Quien define el amor propio, señala en "Time" la influencer Catherine Mhloyi, no está comprendido que el término "amor propio" carece de política. "El amor propio es lo que se ha utilizado para justificar la eliminación de los cuerpos marginados en aras de que las mujeres blancas de tallas normativas pasen a un primer plano. El amor propio ha equiparado "sentirse mal con tu cuerpo" a ser marginado por ello. Cualquiera que intente denunciar la falta de radicalismo es rápidamente silenciado, pues se le dice que el supuesto 'body positivism' es para todos... Y no es así", escribe.

Tan France, Candice Swanepoel y Gigi Hadid.
Tan France, Candice Swanepoel y Gigi Hadid.
COURTESY OF NETFLIX

Estos mensajes de amor propio, lejos de enseñar a la sociedad a amar al prójimo, intentan hacer ver al individuo que tiene que sentirse mejor consigo mismo a cualquier precio, pese a que es plenamente consciente de que la sociedad sigue odiando la gordura. Vuelve a poner sobre sus hombros la responsabilidad y casi la obligación de alcanzar la felicidad a sabiendas de que para la sociedad, es la otredad no deseada. Eso es lo que nos ha demostrado el furor por Ozempic, que ya forma parte incluso de los chistes que se hacen sobre el escenario de los premios más importantes del mundo. 

Hemos normalizado que en cuestión de semanas, una celebridad que era alabada por sus curvas, y que presumía de ellas, pese 15 kilos menos. Nos echamos las manos a la cabeza cuando Berta Vázquez apareció en la alfombra roja de los Goya con una talla diferente a la que nos tenía acostumbrados, pero no cuando vemos que la rotundidad que caracterizaba a la silueta de Kim Kardashian se ha extinguido.

La delgadez NO es para todas

No podemos olvidar que la delgadez no es accesible para todos, tanto por cuestiones genéticas, como por motivos de desigualdad económica, por lo que necesitamos abrazar una diversidad corporal real que no esté sujeta a los caprichos del mercado, siempre dispuesto a devorar lo que se encuentra en los márgenes para encauzarlo en la senda de la normalidad y así, hacerlo vendible. No: la delgadez no está al alcance de todos, como tampoco lo está el trabajo de tus sueños ni la casa con la que fantaseas, esos que nos prometen pueden ser nuestros mediante el trabajo y la disciplina.

La creencia de que estar delgada es una meta alcanzable para todas es tóxica

"Nuestros cuerpos no son maleables como la arcilla y nuestro tamaño está determinado por nuestra genética, biología y por factores que van mucho más allá de nuestras elecciones de estilo de vida. La creencia de que estar delgada es una meta alcanzable para todas también es tóxica, porque el ideal de delgadez es también un ideal blanco y heteronormativo. Cuando nos esforzamos por ser delgados, al mismo tiempo estamos reforzando cualquier otra forma de estigma", escribe Virginia Sole-Smith en Fat Talk: Parenting in the Age of Diet Culture.

Gigi Hadid y Bella Hadid
Gigi Hadid y Bella Hadid
SPENCER PAZER/NETFLIX

Normalizar el uso de un medicamento cuya finalidad no es perder peso y que ahora se emplea para luchar contra la báscula demuestra que lamentablemente lo que a la sociedad le preocupa en realidad es batallar contra el peso, no contra quienes lo señalan. Queremos que la gente se quiera, pero deseamos ser delgados. Queremos que nuestra amiga ame sus michelines... Siempre y cuando nosotras no los tengamos. 

No existen inyecciones con las que curar nuestro prejuicio social contra la obesidad

Puede que Ozempic pase de moda o que un día salgan a la luz las posibles alarmantes consecuencias de su uso, pero lo que parece que permanecerá inalterable, por más que queramos negarlo, es que el peso sigue importándonos. Quizás el primer paso para combatir la cultura de la dieta y la gordofobia sea admitir que tenemos un serio problema con el peso, pero lo cierto es que ni siquiera nos atrevemos a decir que nos hemos puesto a dieta y alegamos que simplemente, hemos decidido optar por hora "un estilo de vida saludable".

¿Cómo vamos a perder el miedo a la báscula si seguimos temiendo no entrar en esos jeans que tantas tenemos en el armario destinados a ser el medidor textil que dictamina cuándo hemos cogido peso? No existen inyecciones con las que curar nuestro prejuicio social contra la obesidad, y en realidad, esas son las que verdaderamente necesitamos para abrazar esa diversidad corporal que tanto defendemos y a la que tantas zancadillas ponemos.

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