Las frases que una experta de Harvard nunca diría a sus hijos

A menudo, sin darnos cuenta, añadimos demasiada presión sobre las espaldas de nuestros hijos con mensajes poco acertados que pueden hacerles mella. Vamos a descubrir la mejor manera de 'acompañarles' y no machacarles.
Debenos tener cuidado con los mensajes que transmitimos a nuestros hijos.
Debenos tener cuidado con los mensajes que transmitimos a nuestros hijos.
iStockPhoto
Debenos tener cuidado con los mensajes que transmitimos a nuestros hijos.

Jennifer Breheny Wallace es una madre de tres hijos, autora del libro Nunca es suficiente: cuando la cultura del éxito se vuelve tóxica y qué podemos hacer al respecto, y experta en temas de educación emocional para con los hijos de Harvard. 

A raíz de una serie de premisas que ha puesto sobre la mesa la experta, vamos a analizar cuál es la mejor manera de transmitir conceptos y asentar la personalidad de nuestros hijos de una manera relajada, empática y práctica. Las imposiciones y el hecho de valorarles sólo en función de los resultados de sus acciones es un grave error que puede acabar con su autoestima.

Buenaventura del Charco, psicólogo y divulgador, autor de dos libros ('Te estás jodiendo la vida' y 'Hasta los cojones del pensamiento positivo'), estudia los cinco conceptos más importantes de Wallace para con sus hijos, y nos da su propia opinión al respecto, que coincide con la experta de Harvard en la necesidad de valorar a nuestros hijos por lo que son, y no por lo que consiguen.

"¿Qué nota has sacado?"

Aunque suele ser el primer pensamiento que nos viene a la cabeza cuando nuestro hijo llega del colegio, en un día de examen, la experta en paternidad de la Universidad de Harvard plantea que preguntarle por la nota no es una buena idea. Si lo hacemos, nuestro hijo acabará pensando que lo realmente importante para nosotros es su rendimiento académico, y que son sus calificaciones las que le definen.

Una madre con su hijo.
Debemos enseñar a los hijos que sus calificaciones no les definen.
Maskot / GETTY IMAGES

Como comenta a este respecto el psicólogo Buenaventura del Charco Olea, "deberíamos tener muy claro que sus notas no les definen, ese es un grave error".

Así pues, el experto nos invita a sustituir la pregunta por la calificación por otras del tipo "¿Qué es lo que más te gusta de esa asignatura? ¿Qué opinas de los temas, te interesan? Incluso, sería interesante intentar ir más allá de la productividad y ver al niño siempre como persona". 

Y es que nuestros hijos, aunque nos cueste cambiar el concepto que tenemos tan interiorizado, deben sentirse atendidos, verse importantes, y creerse validados como individuos con criterio propio, con un valor en sí mismos mucho más allá de lo que hacen y de sus circunstancias".

"Tienes que dar el cien por cien"

Llevar a nuestro hijos al extremo y al agotamiento físico y mental no les llevará a ningún lugar bueno. El perfeccionismo tóxico y la idea de que se comporten como los demás esperan que lo hagan es una práctica demasiado habitual en las familias, criticada por Wallace, y que tenemos que ir desterrando poco a poco de nuestras costumbres.

Un niño con autismo.
Los niños tienen que ser consecuentes con las actividades que eligen, pero no dar el cien por cien, que es un concepto muy relativo.
Getty Images

En este sentido, en lo que se refiere a exigir a nuestros hijos que den siempre el cien por cien, Ventura opina que es muy relativo medir qué es el cien por cien. ¿Cómo medimos la proporción de lo que dan nuestros hijos? ¿Qué tanto por ciento es el apropiado en cada caso?

"Yo creo que lo que debemos pedir a nuestros hijos es que asuman su responsabilidad con las cosas que eligen, y también con los estudios. Pero el rendimiento no siempre depende de nosotros, ni es fácil saber si lo estamos dando todo, ni tampoco si es necesario hacerlo. Siempre nos queda esa duda 'culposa' de que quizá el esfuerzo no fue suficiente".

Bajo el criterio del psicólogo, que coincide con Wallace, "lo importante, sin duda, es ayudarle a poner el foco en el esfuerzo y la coherencia, y nunca en el resultado. Porque no poder controlar el resultados de sus acciones, que es lo que realmente nos sucede a todos, puede llevar a los hijos a sentir ansiedad, frustración, falta de valía y desmotivación. Un cóctel que hace mella en la personalidad y la autoestima".

"Tu trabajo es estudiar"

En la familia de Jennifer, tienen la norma de que todo el mundo hace voluntariado para que los hijos sean conscientes de su talento para aportar valor al mundo. No se trata de sacar buenas notas, que es circunstancial, sino de ofrecer algo que contribuya a la sociedad.

Un niño estudia y hace los deberes en casa con la ayuda de su madre/Eduardo Parra / Europa Press
Un niño estudia y hace los deberes en casa con la ayuda de su madre/Eduardo Parra / Europa Press
Eduardo Parra/Europa Press

Por un lado, Ventura dice que "es importante que si le pedimos cosas a nuestros hijos, éstas estén perfectamente definidas. Con frecuencia nos enfadamos o les pedimos resultados sobre temas que no les hemos explicado como, por ejemplo, que reciclen, cuando a lo mejor nunca hemos hablado de es tema en casa. Esas veces en las que sólo nos enfadamos porque no tira bien los residuos y se confunde".

Y no, su trabajo no es sólo estudiar, sino que "es bueno que amplíe el foco porque eso contribuye a crear un individuo más completo que simplemente un buen estudiante. Si tiene un desempeño en varias áreas, y no en una sola, tendrá mejor autoconcepto, y eso es bueno".

Sin embargo, Buenaventura discutiría con Wallace "el ver por qué esas cosas 'extra' son un trabajo o algo que el niño debería elegir por sí mismo. Aquí, lo interesante, quizá, sería ayudarle a escoger causas con las que comprometerse y, después, pedirle que sea coherente con su elección". 

"Yo diferenciaría en este caso entre el deber cívico del que habla Wallace y la bondad/altruismo, puesto que lo segundo sólo tendrá lugar si nace del corazón y es elegido por el niño".

"Sólo quiero que seas feliz"

La experta de Harvard, en sus reflexiones sobre esas frases que nunca les diría a sus hijos, expone que, por supuesto, ella quiere que sus hijos sean felices, pero quiere que lo hagan sintiéndose valorados y aportando valor a los demás.

Una madre con su hijo, en una imagen de archivo.
Decirle a tu hijo 'solo quiero que seas feliz' puede generarle ansiedad por ver feliz a su madre y tener que hacer lo que sea para conseguirlo.
Getty

El psicólogo consultado, sobre la frase 'solo quiero que seas feliz', considera que "coloca sobre los hombros del hijo una enorme responsabilidad: el niño debe ser feliz para que su madre lo sea. ¡Casi nada!

"Lógicamente, una madre quiere que sus hijos sean felices, pero lo que quiera una madre de su hijo es algo que a él debe importarle muy poco, o de lo contrario verá mermada su libertad, y asumirá una carga que no le corresponde".

Aunque así de contundentemente explicado puede sonar duro, en realidad la responsabilidad de la felicidad de su hijo es de la madre, que no debe añadirle presión al hijo en este sentido, ni hacerle sentir responsable de su felicidad. "Hemos de tener en cuenta que muchas personas no son felices, puesto que no todo el mundo lo consigue".

Por eso, "pienso que deberíamos sustituir esa frase por: 'Yo sólo quiero aceptarte tal y como eres', o 'Yo sólo quiero que te sientas libre conmigo'. Con estas dos frases, sí que estamos contribuyendo realmente y haciendo nuestra parte como padres en la potencial felicidad de nuestro hijo. Lo contrario sería transmitirle cargas que no son suyas".

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