El cineasta mexicano Robert Rodriguez se lo pasó muy bien rodando Machete (2010), tanto que ha decidido repetir con una secuela, aún más delirante, titulada Machete Kills y vista también en una de las sesiones de gala del Festival de Sitges.

Un grindhouse desmadrado, con violencia, explosiones, muertes, erotismo y sexo light constante, con un argumento inverosímil y un héroe dispuesto a no dejar títere con cabeza, el Machete que encarna el veterano Danny Trejo, ex agente federal reconvertido en asesino y en agente secreto. Un James Bond imposible, igualmente indestructible y dotado de un sex appeal especial para las mujeres.

Una oda al divertimento más descerebrado y casposo entre cuyos atractivos está el buen número de rostros conocidos que se han prestado a participar del juego. Sofia Vergara la aguerrida y sádica madame de un burdel —una de sus armas son unos pechos ametralladora—; Alexa Vega una de sus discípulas; Antonio Banderas como camionero con doble cara; y Demián Bicher interpretando a un bipolar revolucionario mexicano. Michelle Rodriguez repite como mejor amiga del protagonista.

Hay más, Charlie Sheen ejercita una parodia del presidente de los Estados Unidos, y de sí mismo —divertidísima una breve escena en la cama acostado con 3 chicas—; la rubia Amber Heard es una doble agente secreto que vendería su alma al diablo por obtener una corona de Miss; y éste, el diablo o mejor dicho villano de la película es un Mel Gibson igualmente pasado de rosca.

Estelar es también la presencia de la cantante Lady GaGa, luciendo ajustados ropajes o estridentes modelitos rojos, en el rol de asesina sin escrúpulos.

Como en la anterior, hay en Machete Kills leves pinceladas de crítica a la política exterior de Estados Unidos con el fronterizo país mexicano, pero la película pincha por su exceso y por sobresaturación. Sin embargo, no duda en dejar su final abierto a una tercera parte que tendría lugar en el espacio. Por cierto, sus guiños a la saga Star Wars entre los más aplaudidos de la función.

Una de las mejores películas a estas alturas de la sección oficial es de momento Borgman, aunque sin ser tampoco extraordinaria u obra maestra. El nuevo trabajo del director, productor, actor y guionista holandés Alex Van Warmerdam —premiado en Sitges con La máquina del temps, pese a que la mayor parte de su filmografía permanece inédita en nuestros cines—, resulta desconcertante pero asequible.

Una propuesta que recuerda a la griega Canino por su escenario, una acomodada mansión burguesa, su surrealismo, exquisita frialdad y por las extrañas situaciones y relaciones entre los personajes que se establecen. Detrás de todo ello está la historia de, literalmente, unos diablillos que viven ocultos bajo tierra y que sólo parecen aflorar a la superficie para reclutar a nuevos integrantes para su causa.

Magnética presencia de su protagonista, Jan Bijvoet, y divertida presencia de una improbable pareja de asesinas a sueldo, encargadas también de hacer los trabajos sucios de la peculiar "organización" de la que forman parte.