En un mundo globalizado, casi fotocopiado, la originalidad, lo diferente, brilla como el oro. En el corazón de Francia, al sur del imperio parisino de Disney, se encuentra el parque de atracciones llamado Futuroscope, un lugar cerca de la ciudad de Poitiers que se parece poco a cualquier otro parque temático que se pueda haber visitado. Futuroscope es inusualmente verde, plácido y, sobre todo, educativo y tecnológico.

"Es un parque diferente, aquí por el momento no tenemos montañas rusas. Son atracciones dedicadas a la tecnología, a la imagen, al 3D... provocan sensaciones que normalmente no se pueden experimentar, como volar o conducir en un rally", explica Montse Balaguer, responsable del mercado español de Futuroscope en España.

20minutos ha visitado Futuroscope con motivo de la inauguración de una nueva zona, llamada Futurópolis y dedicada a los más pequeños, aunque también admite adultos. Futuroscope tiene en esta zona 21 atracciones que explican conceptos como el de la fuerza centrífuga, la inercia, el principio de Arquímedes o la gravedad con atracciones tan inusuales como unas lanchas con las que hacer derrapes sobre el agua, barcas con las que saltar y caer a una piscina, máquinas que te ponen boca abajo o con las que te izas con una polea antes de caer, donde vuelas dando pedales o donde saltas sobre camas elásticas en medio del agua (requiere calcetines).

En Futurópolis, que ocupa tres hectáreas, también hay zonas con pequeños puertos y canales donde jugar con barcos y aprender cómo funciona una exclusa, o manejar maquinaria de obra, camiones de bomberos, un aeropuerto, xilófonos y tambores enormes, un altavoz gigantesco... Lo que más sorprende es que son conceptos tremendamente sencillos y muy divertidos, alejados del maquinismo con el que suelen resolverse las atracciones en otros parques temáticos. "Siempre se ha dicho que aquí puedes aprender divirtiéndose", resume Montse Balaguer.

Futuroscope es el segundo parque por facturación de Francia, sólo por detrás de Disneyland París y recibe cada año 1.850.000 visitantes, de los cuales, el primer mercado extranjero es el español, con unos 45.000 visitantes al año. Por eso existen unos aparatos de traducción que presta el parque (para usarlos con auriculares propios, aunque se pueden comprar allí también) y que traducen aquellas atracciones que tienen diálogos o información, como los documentales en 3D sobre el avión Solar Impulse, nuevo este año, o el del astronauta Thomas Pesquet, que se proyecta en la pantalla plana más grande de Europa, con calidad láser 4K.

Futurópolis, que tiene un espíritu sostenible y ecológico, tiene grandes praderas donde hacer picnic (se permite la comida del exterior) y hoteles de diversas categorías a pocos minutos andando.

Pero Futuroscope tiene también otras atracciones (a partir de 1,05 de altura la mayoría) como El Viaje Extraordinario, premio a la Mejor Atracción de Europa en 2017, un simulador con una pantalla semiesférica que en 4 minutos que hace volar sobre todo el planeta, con sensaciones de calor o frío e intensos olores a bosque o curri, por ejemplo. Más intenso es Baila con los robots. Al extremo de brazos robóticos como los empleados en la industria se han montado asientos donde va el usuario. Con tres niveles de intensidad, cuando empieza la música el brazo se mueve al ritmo de la misma.

La realidad virtual es la protagonista en Sébastien Loeb Racing Xperience, donde se hace un trepidante viaje en coche al lado del piloto francés. La Arena es un edificio donde hay decenas de actividades, desde toboganes a una sala llena de láseres que esquivar al más puro estilo de Misión Imposible, o una mesa en la que se compite por mover una pelotita sólo con la mente. Por la noche, un espectáculo nocturno de luz, agua y sonido creado por el Cirque du Soleil.

En 2020 Futuroscope tendrá una nueva atracción, que será "una especie de montaña rusa, pero al estilo de Futuroscope, con mucha tecnología e imagen y dedicada al espacio", según Balaguer, que explica que al parque se puede llegar desde España con los vuelos de Air Nostrum Madrid-Burdeos y desde allí, se puede alquilar un coche y recorrer los 250 km de autopista y aprovechar para visitar la zona (con localidades medievales cercanas como Chauvigny o Poitiers) o coger el tren TGV de alta velocidad, que llega a Poitiers en poco más de una hora. Desde el País Vasco hay tren o coche, así como desde Barcelona, donde también hay vuelos de Air Nostrum hasta Burdeos o Nantes.