Las cinco reglas que tenemos que seguir para comer (no solo hacer) la paella como un auténtico valenciano, según un experto en arroz

Santos Ruiz, gerente de la Denominación de Origen Arroz de Valencia nos enseña, no solo a elaborar una auténtica paella, sino a comerla con la tradición que este plato tan popular dentro y fuera de nuestras fronteras se merece. 
Paella valenciana
Paella valenciana
Carolina G. Nombela
Paella valenciana

La paella es sin duda uno de los platos más representativos de la cultura gastronómica de España, aunque, especialmente en la Comunidad Valenciana se trata de prácticamente un rito que repetir de manera ortodoxa cada domingo.

Partimos de la base de que, a pesar de ser una receta de lo más popular, no es sencillo conseguir elaborar una paella valenciana con el arroz en su punto y los ingredientes que la receta requiere (y no otros). 

Cómo aprender en 30 segundos a hacer una auténtica paella valenciana

El garrofón, la ferradura, el pollo, el conejo... es probable que, después de muchos ensayos de prueba y error hayas conseguido elaborar una paella valenciana como un auténtico experto, aunque ahora viene la parte dos del ritual: saber cómo comerla. 

Regla número 1: meterse con el paellista

Sí, estás leyendo bien. Con las paellas ocurre como con las barbacoas, que aunque la elaboración comience siendo un trabajo en equipo lo cierto es que la plantilla paellera se va desintegrando hasta terminar siendo competencia tan solo de uno: el paellista. 

"Mientras el cocinero hace la paella, el invitado tiene todo el derecho del mundo e incluso cierta obligación de meterse con el paellista", asegura Santos Ruiz, gerente de la Denominación de Origen Arroz de Valencia mientras coloca al centro de la mesa una paella valenciana hecha con sus propias manos. Porque de eso sabe y mucho.  

Segunda regla: el hígado para el cocinero

"La segunda regla es la del hígado, que ya la habéis aprendido", asegura el experto en arroz. Todos tenemos claro que, para elaborar la auténtica receta de paella valenciana necesitamos carne de pollo y carne de conejo, y en el caso del conejo se añade a la paella incluso con el hígado. Aunque no todos son dignos de degustar tal manjar. 

"El invitado tiene todo el derecho del mundo e incluso cierta obligación de meterse con el paellista"

Por si fuera poco que te toque preparar la paella mientras el resto de comensales disfrutan del aperitivo, además tienes que aguantar que, ya sea por costumbre o con toda la razón del mundo, se metan contigo. ¿Cuál es la parte buena? Que el hígado del conejo es para ti. 

Una vez se dora la carne la receta continúa añadiendo las verduras, aunque el hígado se retira para que, mientras que el paellista sigue con la receta tenga este manjar como aperitivo. ¡Qué menos!

Santos Ruiz, de la DO Arroz de Valencia, con una receta de paella valenciana.
Santos Ruiz, de la DO Arroz de Valencia, con una receta de paella valenciana.
Carolina G. Nombela

Tercera regla: el aplauso

Tal y como explican desde la D.O. Arroz de Valencia, "la tercera regla es muy importante: nada más se prueba la paella, al paellista hay que darle un aplauso porque es muy jodido".

"Al que hace la paella hay que darle un aplauso aunque esté mala", sentencia Santos Ruiz en contrapunto con la primera regla, porque no quita una cosa para la otra. 

Cuarta regla: la paella al centro y "una zona imaginaria"

Es probable que si has tenido la suerte de comerte una paella valenciana entre locales no te haya hecho falta ni plato porque, efectivamente, la paella se come en el centro y del recipiente. 

"Lo importante es que tengamos claro cómo comemos la paella", asegura Santos. "Cada uno de vosotros tiene una zona imaginaria que va de codo a codo y va hacia el centro. Lo que te ha tocado ahí es lo tuyo, aunque no tienes la obligación de comértelo".

Quinta regla: lo que no quieres, al centro

Tu zona imaginaria tiene una extensión, de codo a codo, y de ahí al centro de la paella formando una especia de triángulo invisible de donde puedes comer. En ningún caso está permitido coger comida de territorio de otro comensal, aunque sí hay una manera de "hacer intercambio" de ingredientes. 

"Si no me gusta el conejo, por ejemplo, tengo todo el derecho del mundo a cogerlo y dejarlo en el centro, y a lo mejor a ti no te gusta el pollo, y lo dejas en el centro. Si lo dejas en el centro yo tengo derecho a cogerlo y traérmelo, pero nunca me estará permitido irme a tu zona y quitarte lo que te ha tocado", sentencia el experto. Y una vez llegado a este punto y con la lección bien estudiada, solo queda disfrutar como se merece. 

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