Encurtir alimentos es una de las maneras más antiguas de conservar los frutos de la cosecha del año. Es una manera fácil, rápida y económica y disponer de conservas que utilizar en nuestras recetas.
Cebolletas, pepinillos, berenjenas, ajos, zanahorias, alcachofas, tomates, remolacha, calabacín... muchos alimentos pueden encurtirse. Basta con ingredientes que tenemos por casa y unos pocos minutos para elaborar conservas con las que abastecernos todo el año.
El encurtido, una de las técnicas de conserva más antiguas de la historia, nace de un proceso que consiste en someter a la acción del vinagre alimentos vegetales. Es habitual añadir otros ingredientes como sal, azúcar, hojas de laurel, clavo, pimienta o granos de mostaza.
Pero también se elaboran sumergiendo el alimento en cuestión en una solución de sal. En ambos casos conseguimos conservar los alimentos durante meses.
Encurtidos no sólo de hortalizas
Los alimentos que habitualmente se someten a este proceso de conservación son las verduras, hortalizas, hongos o frutas. De entre ellos, son los vegetales de piel más dura los que mejor resisten esta fermentación en vinagre.
Pero podemos hacer encurtidos con más alimentos. Por ejemplo, con nuestro entrañable (por el tiempo que lleva en nuestro recetario) bacalao. En este caso la técnica no requiere del uso de vinagre sino de la sal. En realidad, es más una técnica de cocinado que una de conservación.
El proceso es sencillo. Necesitamos bacalao fresco. Lo enterramos en sal marina para que quede encurtido. ¿Tiempo? Para encurtir 100 gramos de bacalao bastará con tenerlos bajo la sal durante una hora.
Pasado ese tiempo, sacamos el bacalao y lo lavamos. Después, lo secamos y ya lo utilizamos como consideremos para la receta que estemos elabando.
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