Tira y afloja entre la vida y la extinción. Las reliquias de la izquierda, como la calavera del dodo, son recordatorios de la desaparición de algunas especies a manos del hombre. También hay animales amenazados como el tigre o el rinoceronte. A la derecha, especies con mejor pronóstico. En medio del hilo, un pájaro del amazonas en peligro de extinción, una tanagra septicolor. Uno de los cuadros verdes de Madeline von Foerster
©Madeline von FoersterEl cuadro es una aproximación simbólica de los ataques que sufren los árboles por parte de las especies invasivas, derivadas de un desequilibrio en el ecosistema. Madeline von Foerster personifica a los árboles en hermosas damas del estilo de la escuela de Fointanebleau (siglo XVI).
©Madeline von FoersterUna aleta de tiburón en un cuenco, símbolo de la caza masiva de esta especie; un trozo de coral tropical desteñido por el calentamiento global; la gaviota reidora americana, representación del ave que más sufrió el vertido de la petrolera BP en el Golfo de México; residuos plásticos que invaden el mar; el bacalao del atlántico, símbolo de la sobreexplotación pesquera.
©Madeline von FoersterEn la obra de Madeline von Foerster los relicarios son símbolos del afán fetichista y coleccionista del ser humano hacia la naturaleza. En éste, la figura femenina, tallada, representa los devastados bosques de Filipinas. La mano está amputada y no puede ofrecer protección a las especies autóctonas.
©Madeline von FoersterEl merbau, un árbol del Indo-Pacífico en peligro de extinción, se convierte en reloj de cuco: "Es una perversión cortar un árbol y tallarlo para que parezca un árbol", dice la pintora Madeline von Foerster.
©Madeline von Foerster