Joaquín Sorolla: la luz y el color del mar

Joaquín Sorolla. Playa de San Sebastián, 1900. Museo Sorolla, Madrid.

El pintor valenciano supo captar como nadie la naturaleza de las costas del Mediterráneo y del Cantábrico en pinturas donde reflejaba escenas de la vida cotidiana, con una técnica artística exquisita y moderna para su tiempo. En sus lienzos, dignificó el trabajo que los marineros y las pescadoras realizaban en el litoral y, a la vez, mostró cómo empezaba a veranear la sociedad española a principios del siglo XX.

Capturar la espontaneidad de lo natural fue el gran talento de Joaquín Sorolla. Su vínculo con el lenguaje fotográfico siempre estuvo plasmado en sus pinturas, donde la luz y el color dominaron cada una de sus composiciones. Considerado cronista de su época, sus obras más reconocidas y aclamadas fueron las escenas cotidianas de finales del siglo XIX y principios del XX que se desarrollaban en la playa. ​Las costas del Mediterráneo y del Cantábrico fueron los escenarios en los que creó las obras que le valieron sus mayores éxitos en exposiciones nacionales e internacionales.

La labor en el mar, con barcos de pesca, marineros faenando o mujeres esperando la recompensa en la orilla fue el primer tema por el que se interesó y lo cultivó hasta sus últimos años. Más tarde, su temática derivó en la representación del ocio en la playa, con niños que disfrutaban de las olas y veraneantes de clase alta que se protegían del sol con vestidos y sombreros elegantes.

Nacido en Valencia en 1863, su arraigo a esta tierra quedó patente a lo largo de toda su carrera, una dilatada trayectoria donde el pintor logró mostrar de primera mano las costumbres de una sociedad que comenzaba a veranear en el litoral. Una visión moderna y rompedora del descanso estival de entre siglos que acoge Fundación MAPFRE con una nueva exposición en su sede madrileña, en conmemoración del centenario de su fallecimiento.

Formada por un total de 40 obras, la exposición de Los veranos de Sorolla recorre de manera cronológica la evolución de su pintura en torno al mar y muestra el papel que estas escenas tuvieron en su trayectoria artística. En torno a este tema, el valenciano configuró su ideario plástico de mayor reconocimiento a nivel mundial, conformado sobre todo por escenas al aire libre donde desplegaba una virtuosa técnica de tratamiento del color y de la luz.

El pintor que contempló el mar con otros ojos

Joaquín Sorolla pertenece a una generación de pintores que empezó a representar el mar con una mirada diferente. En su trabajo se puede hallar un continuo ir y venir entre la tradición y la modernidad, entre lo local y lo cosmopolita. Su obra se identifica simultáneamente con la recuperación de la visión clásica del Mediterráneo, impulsada por artistas como Henri Matisse o Pablo Picasso; y con la composición de actividades que capta del natural, la influencia de Diego Velázquez y su especial vínculo con el lenguaje fotográfico.

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Joaquín Sorolla,
Pescadoras valencianas, 1903.
Diputació de València

La exposición abre con un estudio en gouache de La vuelta de la pesca (1894), una obra con la que Sorolla obtiene en París el más importante de sus éxitos internacionales hasta aquel momento y que le sirvió como punto de partida para dignificar la labor de marineros, pescadoras, bueyes o barcas de pesca en el mar. La sensación de equilibrio y solemnidad de las figuras, aspectos propios de la Antigüedad clásica, se conjugan con la vitalidad enérgica que aportan la luz y el paisaje mediterráneos. Esto también quedó patente en el lienzo Pescadoras valencianas (1903), donde un grupo de trabajadoras se dispone a distribuir la pesca que acaba de llegar para su venta en el mercado, a la vez que varias barcas esperan a ser arrastradas por los bueyes hacia la orilla tras la jornada.

Junto a las escenas de trabajo en el mar, las composiciones de ocio y esparcimiento en la costa fueron las más populares de la carrera de Sorolla. Una nueva línea temática que Fundación MAPFRE introduce en la exposición a través de uno de los bocetos más completos para ¡Triste herencia! (1899), obra fundamental en la trayectoria del artista, pues con ella obtuvo el máximo galardón en la Exposición Universal de París de 1900 y se consagró internacionalmente como pintor de éxito.

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Joaquín Sorolla. 
Boceto para ¡Triste herencia!, 1899. 
Colección particular. 
Archivo BPS.

En él se muestra a unos niños enfermos del hospicio de San Juan de Dios bañándose en el mar, ya que se consideraba que tenía propiedades terapéuticas. Con la revolución industrial, las ciudades se convirtieron en lugares insalubres y la medicina recomendaba el desplazamiento hacia zonas del litoral para buscar los efectos curativos del aire puro y del agua de mar.

Esta idea evolucionó en la segunda mitad del siglo XIX hacia la moda del veraneo; y las zonas costeras ya no eran únicamente un entorno donde buscar los beneficios del baño marino, sino también un sitio en el que descansar y sociabilizar. El mismo Sorolla se suma a esta costumbre cuando acude con su familia a las costas cantábricas.

Representación del Mediterráneo y el Cantábrico

En su representación del ocio estival podemos distinguir dos vertientes que se corresponden con sus propios destinos veraniegos: las escenas de la costa mediterránea y de la costa cantábrica. En la primera, dibuja el gozo de la población local, con niños desnudos, niñas con batas ligeras o nadadores en pleno contacto con la naturaleza. Estas obras se definen por el protagonismo de la luz del sol y sus reflejos sobre el agua.

Ejemplo de ello son los lienzos realizados durante el verano de 1905 y que Sorolla realiza pensando en su gran exposición individual en París al año siguiente. Nadadora, Jávea es una de las obras más destacadas de este verano, donde Sorolla pintó una figura femenina, que se ha identificado con su esposa Clotilde, ataviada con una larga túnica blanca mientras nada entre unas aguas de un intenso color amarillo, fruto del reflejo del sol del atardecer.

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Joaquín Sorolla
Nadadora, Jávea, 1905.
Museo Sorolla, Madrid

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Joaquín Sorolla
Nadadora, Jávea, 1905.
Museo Sorolla, Madrid

La segunda vertiente, dedicada al paisaje costero septentrional, coincidió con el momento de su pleno reconocimiento artístico y correspondiente ascenso social. Sorolla comenzó a frecuentar distintas localidades a orillas del Cantábrico, como Biarritz, Zarauz o San Sebastián, conocidas por acoger a veraneantes de la clase alta, que acudían atraídos también por la presencia de la familia real.

Este lugar le permitió captar una luz diferente, más inestable y suave que la del Mediterráneo, así como el nacimiento de la moda del descanso estival. Su mujer y sus hijas, vestidas con sombreros y elegantes vestidos blancos, suelen ser las protagonistas de estos lienzos, donde aparecen representadas disfrutando de placeres como la lectura, la pintura o la conversación, en una nueva manera de “estar en la playa”, que se convierte en una prolongación de las relaciones sociales. Así ocurre en los óleos Bajo el toldo, Biarritz (1906) o María en la playa de Zarauz (1910), unas composiciones donde queda patente el alejamiento de ese contacto tan directo con el medio natural, como el baño o el juego a la orilla del mar, tan representativos de su producción artística mediterránea.

Joaquín Sorolla. 
Bajo el toldo, Biarritz, 1906. 
Museo Sorolla, Madrid.

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Joaquín Sorolla. 
María en la playa de Zarauz, 1910. 
Colección particular.

De este momento, son especialmente abundantes sus apuntes o, como él mismo los llamaba, “notas de color”, que son pinturas de pequeño formato donde el artista plasmaba de manera muy espontánea lo que le rodeaba. Estas obras de pequeño formato encierran la esencia de toda su pintura y constituyen ejercicios de gran libertad creativa mediante los cuales el pintor ensaya composiciones, tonalidades o asuntos que posteriormente podría o no trasladar al lienzo. Es durante sus veranos en el norte cuando el valenciano se dedica con especial atención a estos trabajos.

Regreso a Valencia

El encargo de la Hispanic Society of America determinó la actividad de los últimos veranos del pintor, coincidiendo con el período de máximo esplendor de su carrera. No obstante, el cansancio físico le obligó a interrumpir este trabajo por recomendación médica en 1915 y 1916. Volvió entonces a su Valencia natal, donde se consagró a los temas que más feliz le hicieron: las escenas de trabajo y ocio en el mar bañadas por el sol y la luz del levante. 

Sorolla se recreó en la realización de obras como Pescadora valenciana con cestos o Sacando la barca; en sus temas mediterráneos halló el necesario descanso físico y emocional. Si en sus primeras campañas veraniegas el pintor trabajaba a un ritmo incansable en la realización de escenas de playa con las que forjar su éxito como pintor, en la última etapa de su carrera se abandonó a estos asuntos como metáfora de alivio y desahogo.

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Joaquín Sorolla
Niños buscando mariscos 1919.
Colección Banco Santander

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Joaquín Sorolla
Niños buscando mariscos 1919.
Colección Banco Santander

Como epílogo de este recorrido, la exposición muestra Niños buscando mariscos (1919), un óleo que data de su último verano antes de abandonar los pinceles tras sufrir un ataque de hemiplejía en 1920. En ella, Sorolla saborea y se deja seducir por la pintura que tanto amaba. Este trabajo podría entenderse como el resumen de toda su trayectoria: el marcado punto de vista en picado, tan relacionado con la fotografía, el dominio de la captación de los cuerpos infantiles bajo el sol o la sombra, la descomposición formal de la pintura en grandes pinceladas que no restan un ápice de expresividad a la obra, los reflejos de la luz en el agua o el imponente protagonismo de las rocas que enmarcan la composición muestran el trabajo de un artista plenamente moderno.

La exposición Los veranos de Sorolla pone de manifiesto el trabajo de un artista plenamente moderno e innovador. Con un conjunto de obras que reúne desde las primeras composiciones centradas en el trabajo en el mar hasta las obras realizadas en sus últimos veranos, Joaquín Sorolla se consagró uno de los pintores de más éxito en su época y como cronista de la sociedad de finales del siglo XIX y principios del XX.

Datos prácticos

Comisaria: Casilda Ybarra Satrústegu

Producción: Fundación MAPFRE

Cuándo: Hasta el 7 de enero de 2024

Dónde:  Sala Recoletos 23. Fundación MAPFRE Madrid

Entradas: 5 euros. Entrada gratuita los lunes (no festivos)


Más información en: www.fundacionmapfre.org

Alayans Studio para Fundación MAPFRE - Texto: Sara Cabrero