Familias Jardinerillas: el bosque y huerto escolar que soñó un profesor jubilado

Vivir la vida #EnPositivo es hacer un jardín en el patio del colegio donde trabajas y que, 25 años después, profesores, alumnos y sus familias sigan cuidando
de los mismos árboles y disfrutándolos. Esta es la historia de Balta y las Familias Jardinerillas del colegio Joaquín Costa de Madrid.

En una espléndida tarde de sol, los trinos de los pájaros y los zumbidos de los insectos acompañan el rítmico golpeo de las azadas sobre la tierra. De fondo, risas y gritos de niños celebran la primavera. Se diría que estamos en un entorno rural, pero no: nos encontramos en el patio del CEIP Joaquín Costa, el colegio público más grande de la ciudad de Madrid, situado en el barrio de Arganzuela (entre la Puerta de Toledo y el río Manzanares). Es lunes por la tarde y las Familias Jardinerillas tienen su cita semanal, después de clase, con el Huerto Escolar y el Minibosque de la escuela.

“Llevo cinco años jubilado, pero me gusta venir a echar una mano”, explica Baltasar Sánchez, alias Balta, profesor del centro durante 25 años e impulsor de la iniciativa que dio origen a todo esto. Cuando aún daba clase en el colegio (de Educación Física, Lengua o Naturales), puso en marcha un jardín que se ha convertido en el vergel urbano que hoy rodea las pistas del Costa. A su lado, Julián Manzanares, que compartió con él muchos cursos como profesor de Inglés y también se resiste a dejar del todo el cole que fue su casa. Ambos pasean recordando quién plantó esto y aquello y contagiando entusiasmo con sus anécdotas.

Madres y padres del colegio, así como nuevos profesores voluntarios, se han ido dando el relevo para mantenerlo

“Cuando construyeron las urbanizaciones de aquí atrás –señala hacia unos edificios con el típico estilo de finales de los noventa–, el Ayuntamiento nos cedió una nueva parcela entre las casas y el colegio”, rememora Balta. Conseguir arena para rellenar y equilibrar el suelo fue sencillo, porque los alrededores estaban en obras, pero había un problema: los camiones no tenían espacio para entrar a descargarla.

@20m La historia de Balta, el profesor jubilado que plantó un minibosque en su colegio #Ad #Cepsa #EnPositivo #Madrid ♬ sonido original - 20minutos

La solución fue un golpe de suerte. Balta presentó un proyecto sobre naturaleza a un concurso que convocaba una entidad bancaria y logró un accésit. “No quería el cuarto de millón de pesetas que gané para mí, así que lo doné para acondicionar el terreno”. El dinero se invirtió en una pala que metiera la arena, en los operarios necesarios, en la pizarra que se colocó de base en los senderos (aún resiste), en las primigenias escaleras que se han mejorado con los años, en algunos arbolitos para plantar… Y así nació lo que hoy se conoce como el Minibosque del Joaquín Costa, un espacio verde del que, más de dos décadas después, disfrutan alumnado, maestros y familias.

Del jardín al huerto sostenible

El sueño de Balta está en buenas manos, salta a la vista que el jardín está bien cuidado. Entre madres y padres del colegio y nuevos profesores voluntarios se han ido dando el relevo durante años para mantenerlo. En esta parcela de unos 1.800 metros cuadrados crecen ahora más de 100 especies distintas (árboles, arbustos, florales y aromáticas); los adultos mantienen los senderos despejados, azada en mano, para que nadie tropiece ni se pinche al recorrer el Minibosque; niños y niñas corretean felices con sus regaderas, repartiendo agua aquí y allá. En la actualidad, se encarga de coordinar la actividad por parte de las familias Fernando Padilla, un padre que no es botánico pero lleva el campo en la sangre y, como dice Balta, “explica todo de maravilla, da gusto escucharle”.

Fernando Padilla, Julián Manzanares, Aida Lozano y Baltasar Sánchez en el Minibosque del Costa.
Fernando Padilla, Julián Manzanares, Aida Lozano y Baltasar Sánchez en el Minibosque del Costa.
M. DEL RÍO

Fernando es consultor de marketing (“nada que ver con esto”, recalca) y forma parte de la junta directiva del AMPA, donde se ocupa de todo lo relacionado con las Familias Jardinerillas. Ha vivido y disfrutado lo rural desde su niñez, entre los olivares de un negocio familiar de aceite en Jaén. Pero no viene con todo sabido: “Aquí aprendemos todos”, confirma mientras enseña cómo crecen las coles de Bruselas “entre los tallos y no como la coliflor, que es lo que solemos pensar”.

“Aquí aprendemos todos”

Hemos subido al huerto urbano del colegio, en la zona de Infantil. “Esto en mis tiempos no existía”, comenta Balta, orgulloso de que la semilla que plantó con el primer jardín se haya multiplicado en forma de hortalizas de temporada. Mientras nos enseña los bancales, a los pies de un florido peral que atrae a polinizadores de todo tipo, Fernando nos da más detalles de las Familias Jardinerillas y su proyecto “Aula de la Naturaleza”: “Tiene tres patas: las familias que colaboramos, los docentes que lo llenan de contenidos curriculares y el Ayuntamiento, que nos ofrece apoyo material (plantas, herramientas, asesoramiento...) y un monitor a través de la Junta Municipal del Distrito”. Además, esta parcela cultivada del colegio Joaquín Costa está adscrita a la red de Huertos Escolares Sostenibles de la ciudad desde el curso 2020-21.

Las Familias Jardinerillas despejan los senderos del Minibosque.
Las Familias Jardinerillas despejan los senderos del Minibosque.
M. DEL RÍO

Hoy han venido una docena de padres, madres, niños y niñas de diferentes cursos a pasar un rato en este oasis verde de Arganzuela. De las cincuenta Familias Jardinerillas apuntadas, son unas diez las que cada lunes dedican una hora a la naturaleza cuando les viene bien. Cualquiera es bienvenido si tiene ganas de ayudar, sepa o no de plantas. Y durante la jornada escolar, algunos docentes se ocupan de que el espacio se cuide y de sacarle el máximo provecho pedagógico. “Con cerca de 1.400 alumnos, alguien se tiene que ocupar de cuadrar los horarios para que todos lo puedan disfrutar”, cuenta Raquel Cornejo, profesora de Educación Física que recibe peticiones y coordina las visitas, así como las propuestas de sus compañeros. También toma la iniciativa en algunas actividades y recibe formación relacionada que luego aplica con los alumnos.

En lo que va de curso ha habido una exposición de frutos del otoño; han jugado a ser ‘Detectives de la Naturaleza’, localizando y cosechando lo que ellos mismos sembraron (guisantes, brócoli, lechugas); han hecho una búsqueda de huevos de Pascua en el Minibosque; han plantado y cuidan los cultivos de verano; y han sembrado trigo, viendo la evolución de las espigas que desmenuzarán luego para recoger los granos. También aprenden in situ cómo funciona el compostaje, sobre productos de temporada y de proximidad, el ciclo de las mariposas, la fotosíntesis…

El relevo generacional

Los jardinerillos suben y bajan con sus regaderas y echan las malas hierbas a la compostadora. “Gracias a las familias que se están ocupando de mantener el proyecto vivo, se utiliza mucho: es una alegría verles trabajando en lo que yo empecé”, confirma Balta con una sonrisa sincera. Como bien dice, a sus 65 años el mejor premio es “cómo lo disfrutan, tanto los alumnos y sus familias como los profesores”.

Cada lunes, las Familias Jardinerillas dedican una hora al jardín y el huerto del cole.
Cada lunes, las Familias Jardinerillas dedican una hora al jardín y el huerto del cole.
M. DEL RÍO

Balta no plantó un árbol sino muchos: él y Julián transformaron el espacio que hay detrás del comedor, junto al Minibosque, en un semillero gigante. En sus tiempos, recuerda Julián, “todos los alumnos participaban en una gran plantación y cada uno sembraba su piñón, almendra, nuez… en un yogur vacío” y se lo llevaban a final de curso para trasplantarlo donde quisieran. Todavía hay exalumnas que paran a Balta cuando se cruzan por el barrio para contarle que su árbol sigue vivo. “Aunque creas que eres tú el que ayuda, siempre recibes más de los demás de lo que das”, observa Balta, que prefiere “vivir en positivo, porque pensar en negativo lo único que hace es perjudicarte”.

“Siempre recibes más de los demás de lo que das”

El círculo lo cierra Aida Lozano. Ella fue alumna de Balta y vio nacer el jardín. Ahora, es profesora de Inglés en el colegio y colabora en las labores de coordinación de este proyecto. Por si fuera poco, acude como madre voluntaria a los lunes de las Familias Jardinerillas con su hija de 8 años, también escolarizada en el Joaquín Costa. “Nadie ama lo que no conoce, por eso los niños tienen que ver, oler y tocar los castaños, los almendros…”, reflexiona Julián. Tres generaciones cuidando de los mismos árboles y procurando que los que vengan detrás puedan seguir disfrutándolos.

Este contenido forma parte de la serie de artículos #EnPositivo, un proyecto que publicamos en 20minutos con el objetivo para animar al lector a descubrir noticias diferentes, humanas, inspiradoras y, sobre todo, positivas, y que desarrollamos gracias al apoyo de Cepsa.