Convertir una construcción tradicional en una vivienda sostenible es posible. Para ello, es importante tener en cuenta el aislamiento, la orientación y, por supuesto, las energías limpias. Esta pequeña cabaña pasiega situada en el Valle del Miera (Cantabria) es el ejemplo perfecto de cómo transformar unas ruinas en un oasis de paz en las montañas.

La sencillez de una construcción compacta pero bien hecha (“buenos metros, no muchos metros”) y completamente integrada en su entorno es lo que despierta el interés de esta renovada cabaña escondida en el Valle del Miera (Cantabria). Villa Slow enamora a primera vista por su diseño, pero termina de conquistar por su cuidado del medioambiente y su interpretación de la sostenibilidad.

La creadora de este pequeño oasis de alto diseño en las montañas cántabras es la arquitecta Laura Álvarez que, aunque de pequeña vivió en esta comunidad autónoma, confiesa que ha residido en tantos lugares que no se siente de ninguna parte. “Tenía la necesidad de echar raíces. Me gusta mucho venir a veranear a Cantabria, pero nunca encontraba un sitio en el que me sintiera a gusto, no solo en verano, sino en todas las estaciones”, detalla.

Con ese impulso en mente decidió lanzarse a construir Villa Slow. “Esta casa llevaba caída como 50 años”, adelanta Álvarez, que explica que en ese valle solo dejan construir donde ya hay una edificación previa. “Toda la fachada es de la piedra existente”, puntualiza. Aunque la cabaña tuvo que volver a ser levantada desde cero debido a su mal estado de conservación, esto trajo algunas ventajas: “Aprovechamos para hacer una casa muy eficiente térmicamente”.

CASAS DE
​VANGUARDIA
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​Este reportaje pertenece a la serie 'Casas de vanguardia', un proyecto de Endesa que presenta las casas más eficientes de nuestro país para mostrar cómo la electrificación, los materiales de construcción y las fuentes de energía renovable pueden ir de la mano de un diseño cuidado e innovador. Modelos de arquitectura que definen las casas del futuro para impulsar la transformación energética de la vivienda y de la sociedad.

“Lo primero que hay que tener en mente para hacer una construcción sostenible es reducir al máximo el gasto de energía. Para eso, aíslas y orientas bien la casa”, desarrolla la arquitecta, que argumenta que Villa Slow tiene una situación norte-sur que funciona muy bien en esa ubicación.

Por otro lado, la fachada exterior es “muy tecnológica”, ya que está compuesta de numerosas capas de diversos materiales (aislamiento térmico interno, termoarcilla, aislamiento térmico exterior, cámara de aire, la piedra original…) que le proporcionan un muy buen aislamiento del exterior. Otro de los puntos a tener en cuenta son los vidrios, que también han sido cuidadosamente escogidos para que aíslen tan bien como las paredes. “Me parece importante usar muy buenos materiales, sobre todo en el cascarón de la casa, porque eso no lo vuelves a cambiar nunca”, sentencia Álvarez.

D.M.

“Cuando ya se te acaban el abrigo y la orientación, pues empiezas a usar energías para calentar o refrigerar. Cuanto mejor sea la energía, lógicamente, más sostenible es la casa, y si puedes usar energía renovable, pues mejor. Intentamos producirla nosotros y, lo que no podamos, apoyarnos en la red eléctrica”, continúa la arquitecta, que ha provisto a Villa Slow de 10 paneles solares que generan 3.75 kW de energía. Además, la energía térmica de la vivienda, que se usa para calentar el agua sanitaria y para la calefacción por suelo radiante, se genera mediante aerotermia: “Es cuatro veces más eficiente que si tuviéramos una caldera eléctrica”.

El lugar donde está situada también supuso una dificultad añadida, ya que era complicado acceder hasta allí con los materiales necesarios y, además, los constructores de la zona no estaban acostumbrados a esta forma más sostenible de construir. “Muchos me dijeron que no se podía hacer”, reconoce la arquitecta, que se muestra muy orgullosa de un proyecto que está pensado para ser confortable en todas las épocas del año.

D.M.

“Tienes que ser muy consciente de cómo construyes para que se pueda usar durante todas las estaciones, ya que aquí son muy marcadas”, resumen Álvarez. “No solo es una casa de verano, sino que tiene que ser una muy buena casa sobre todo en invierno”, detalla.

Una de las claves de esta vivienda es la buena relación entre el interior y el exterior, que se traduce una disposición muy fluida. Un buen ejemplo de ello es el salón que, gracias a un gran ventanal, puede abrirse completamente al jardín y transformarse casi en un porche.

En general, si algo caracteriza el diseño de esta casa es la sencillez y lo compacta que es: “Las cosas sencillas cuesta también mucho pensarlas, porque tienes que eliminar mucho”. Álvarez define el estilo de la construcción como “la influencia de todos los sitios en los que he vivido y trabajado”.

Según defiende, para ella, la sostenibilidad no tiene que ser una etiqueta ni algo que se use para ponerse una medalla, sino una convicción real: “Ya todos deberíamos tener interiorizado que hay que construir bien y cuanto más sostenible mejor, no solo para el medio ambiente, sino para ti”.

“La sostenibilidad es un proceso que tienes que atacarlo desde muchísimos puntos de vista, no solo es: ‘voy a poner paneles solares en mi casa y ya cumplo’”, insiste la arquitecta, que mantiene que no hay “ninguna incompatibilidad” entre que un diseño sea bonito y consciente con el medioambiente.

D.M.

Si tiene que resumir las claves para que esto funcione lo tiene claro: “Sencillez, construir compacto, construir buenos metros cuadrados, no muchos metros cuadrados, e integrarlo en el entorno en el que está”. Por último, concluye confesando el punto fuerte de este proyecto: “Sigue siendo una cabaña pasiega, pero tiene todas las comodidades de una casa contemporánea”.