Burrolandia, hogar de decenas de animales rescatados, busca un heredero que preserve su felicidad

Romero ha cumplido su sueño: lleva más de veinte años protegiendo a esta especie en peligro de extinción. Fundó esta asociación con el objetivo de cuidar a 49 pollinos desamparados y, durante este tiempo, ha vivido un sinfín de recuerdos felices a su lado. Jubilado y con 70 años, quiere encontrar a la persona indicada que mantenga su legado.

Su pasión por los burros desde la infancia ha impulsado la creación de Burrolandia, un espacio a las afueras de Madrid donde estos animales pueden disfrutar de su bienestar después de una vida dedicada al trabajo sin descanso. Dilfenio Romero (Puente del Arzobispo, Toledo - 1953) es el fundador y actual encargado de cuidar a los pollinos. Vive esta responsabilidad como un sueño y se muestra satisfecho de haber dedicado su tiempo libre a la construcción de este recinto. "He sido tremendamente feliz", confiesa.

A sus 70 años, y con más de dos décadas a sus espaldas dedicándose a la acogida de esta especie en peligro de extinción, el protagonista de esta historia cuenta que ahora busca a un heredero que se haga cargo de ello: "Me gustaría que haya gente que siga con este proyecto".

@20m Romero lleva más de 20 años recogiendo y cuidando a burritos que lo necesitan. Ahora quiere jubilarse y que alguien mantenga su legado. @Burrolandia, Tres Cantos. #EnPositivo #Ad #Cepsa ♬ Presentation - FlyFlyMusic

Todavía no ha aparecido la persona indicada que pueda dirigir Burrolandia y nuestro objetivo con este artículo es encontrarla. Él pone todas las facilidades para conseguirlo: traspasa su nombre y lo necesario para continuar "respetando y cuidando" de los animales; el candidato únicamente debe disponer de una finca y de la infraestructura suficiente para albergar a los 49 burritos que tiene ahora en sus instalaciones.

Burrolandia comenzó de forma inesperada en los alrededores de Tres Cantos. "Empecé con un burrito y mira la que he liado; no pensaba tener tantos", dice entre risas. Platero fue el primero en llegar y reconoce que le guarda un cariño especial. Era muy pequeño y lo rescató antes de que lo llevaran al matadero: "Era un burro enano, muy chiquitín. Lo compré, lo metí en el coche y me lo traje hasta aquí". Convivió a su lado unos tres años y afirma que siempre quedará en su memoria: "Tengo recuerdos de él que no se me olvidarán en la vida".

Burrolandia nace como un hogar para los pollinos

Los burritos han sido rescatados por diferentes motivos: porque sus dueños ya no pueden mantenerlos, porque han sido abandonados o por maltrato. La asociación está dividida en diferentes parcelas según el sexo y el tamaño: las hembras y sus crías por un lado, los machos por otro y aquellos que no están castrados en otra sección.

Aquí los cepillan, los alimentan y, por supuesto, les tratan con mucho mimo. "Los burros han sido animales de mucho trabajo, de mucha carga. Han trabajado toda la vida en defensa del hombre y, sin embargo, nosotros no les hemos dado nada. Burrolandia nace con el objetivo de ofrecerles un lugar donde puedan ser felices", defiende Romero.

Romero ha dedicado su tiempo libre al cuidado de estos burros:
Romero ha dedicado su tiempo libre al cuidado de estos burros: "He sido tremendamente feliz".
M. DEL RÍO

Anteriormente este terreno solo era un prado, estaba deshabitado y no tenía nada. Ahora, se ha convertido en un hogar para los pollinos y otros animales de granja como gallinas o cabras, así como para caballos, pavos reales e, incluso, una cierva. Con sus propias manos, Romero ha delimitado las zonas, ha dispuesto comederos y ha construido un área de establos y una caseta para guardar enseres y que también funciona a modo de cafetería.

Burrolandia está abierta al público de manera gratuita cada domingo y todo aquel que lo desee puede acercarse a conocer a sus residentes. Se puede acudir en solitario, en familia, con amigos, en grupos escolares o en pareja, reservando previamente desde su página web. La protectora se mantiene con los donativos de sus visitantes, que pueden adquirir pequeñas bolsas de comida para repartir más tarde entre los animales o consumir algún refresco, y con la ayuda indispensable que brindan los voluntarios.

En estos momentos, el equipo lo conforman un total de 16 voluntarios y Manuel es uno de ellos. Señala que tomó la decisión de participar de una forma más activa después de acudir "muchos" fines de semana con sus hijos. Se escapa cuando puede y afirma que esta experiencia le aporta "adrenalina": "No lo dudo, cada vez que tengo un hueco libre, me vengo". En este sentido, sostiene que las labores que realiza, como la limpieza o la recolecta de comida, le renuevan y le sirven para enfrentarse al ritmo frenético de la ciudad. 

"Burrolandia nace con el objetivo de ofrecer a los pollinos un lugar donde puedan ser felices"

Burrolandia es un punto de desconexión y un lugar para vincularse con la naturaleza. Más de mil personas se acercan hasta él cada semana y muchas de ellas repiten. En Madrid, es una asociación bastante popular y ha traspasado las fronteras: su nombre ha cruzado el océano y ha aterrizado en México, donde sus responsables desempeñan la misma actividad.

"Los burros son demasiados buenos", repite Manuel. No tienen miedo y les encanta sentirse acompañados: se aproximan demandando atención, te tocan con la cabeza pidiendo cariño y se calman en cuanto los acaricias. Se puede asegurar que gran parte de este éxito procede del propio carácter de estos animales que, rápidamente, se hacen de querer.

Los donativos de los visitantes y la ayuda de los voluntarios mantienen Burrolandia.
Los donativos de los visitantes y la ayuda de los voluntarios mantienen Burrolandia.
M. DEL RÍO

"Aunque pueden parecer un poco tercos, son tremendamente inteligentes", declara Romero. "Cada día creo más en los animales. Son fieles, no te traicionan nunca. Como les des cariño, como les des comida y un bienestar; ellos son felices. El cariño que te devuelven los burritos es inconmensurable", expresa.

"Disfruto mucho de los animales"

Compartir su tiempo libre con los pollinos, cuidarlos, atenderlos e, incluso, curarlos cuando enferman lo vive como si de una amistad se tratase. "Disfruto mucho de los animales: continuamente estoy aquí porque ellos también me dan a mí mucho cariño. Es algo recíproco, es una amistad mutua", valora.

"Estoy aquí tan entretenido que ya me conocen hasta el habla y creo que me entienden", apunta. Describe Burrolandia como un sueño cumplido y califica lo conseguido como felicidad. "Soy muy feliz porque los animales me agradecen mucho que esté con ellos. En la vida hay metas: unos quieren tener un avión, otros una casa muy grande… Yo lo único que quería tener era tener burritos y, además, necesitados", concluye.

Burrolandia es el sueño cumplido de Romero y espera que este perdure muchos años más.
Burrolandia es el sueño cumplido de Romero y espera que este perdure muchos años más.
M. DEL RÍO

La prioridad de la protectora se ha centrado desde siempre en rescatar, recuperar, conservar y mantener la especie y, actualmente, se añade un compromiso extra: buscar quien siga con este propósito. "Solo espero que esto dure muchos años", insiste Romero, quien recuerda que Burrolandia es una oportunidad para que estos burritos no acaben en el matadero.

Esta historia forma parte de la serie de artículos #EnPositivo, un proyecto que publicamos en 20minutos con el objetivo de animar al lector a descubrir noticias diferentes, humanas, inspiradoras y, sobre todo, positivas, y que elaboramos gracias al apoyo de Cepsa.