Así, los metas Ricardo y Viera fueron meros espectadores de un partido cuyo juego transcurría en su mayor parte en el centro del campo, hasta que Raul García probó con un disparo lejano y sorprendió al portero local para poner el 0-1 (min. 27) en el marcador y el nerviosismo en el cuerpo de los locales.

El equipo de Pellegrini intentó cambiar el signo de un partido que se había puesto de cara para los navarros, con más ganas que fútbol, aunque tan solo inquietó con una serie de faltas, si bien el marcador no se movería.

El Villarreal, a falta de fútbol tiró de carácter, y si ya en los últimos diez minutos de la primera parte había evidenciado que por ese camino creaba peligro, la salida de los locales confirmó que esa podía ser una de las posibilidades para darle la vuelta al marcador.

Sin embargo, futbolísticamente el equipo seguía atascado, con muy poca claridad en ataque, lo que se unía a la doble ocasión nada más empezar de Osasuna, en la que estrelló un balón en el larguero y Romero no supo sentenciar. Esta situación ponía la duda en la grada de si el Villarreal sería capaz de darle la vuelta al marcador.

Riquelme lideró la reacción

Sin embargo, si que lo logró y gracias a dos penaltis sobre Guayre de los que no se suelen pitar habitualmente mediada la segunda parte y que convirtió su especialista (min. 70 y 76), el argentino Román Riquelme, que venía de fallar en Santander un lanzamiento.

Los goles desesperaron a Osasuna, que jugó una hora a mantener el resultado y cuando quiso reaccionar ya era tarde ante un rival que ganó sin jugar bien, posiblemente con la fortuna de su lado.

Así, Osasuna vio como, además que se le escapase el partido, deja también la segunda plaza de la clasificación en favor del Valencia, aunque ambos empatados a puntos.