Un club distraído

El Celta, carente de planificación deportiva, sólo se ha mantenido en Primera dos temporadas.
Pinto y Gustavo López se lamentan, ayer en Vigo, después del pitido final.(Manuel Corujo /EFE)
Pinto y Gustavo López se lamentan, ayer en Vigo, después del pitido final.(Manuel Corujo /EFE)
Pinto y Gustavo López se lamentan, ayer en Vigo, después del pitido final.(Manuel Corujo /EFE)
El Celta culminó ante el Getafe su annus horribilis con el descenso a Segunda, después de mantenerse tan sólo dos temporadas en la máxima categoría y de haber alcanzado esta campaña los octavos de la UEFA, ronda en la que cayeron ante el Werder Bremen.

Ni Fernando Vázquez, técnico hasta la 29.ª jornada, ni Hristo Stoichkov, en las últimas nueve, han podido enderezar el rumbo deportivo de un club que, según su presidente, Carlos Mouriño, se ha centrado «demasiado» en la parcela económica.

El problema más grave ha sido de planificación, ya que, tras el éxito de la anterior campaña, al clasificarse para jugar en Europa, este año se había instalado la creencia, en la directiva y la afición, que el objetivo era la Champions.

Seis puntos de 33 posibles

Esta meta irreal se esfumó entre la jornada 12.ª y la 22.ª, intervalo en el que los vigueses, en ese momento entrenados por Vázquez, sólo consiguieron seis puntos de 33 posibles, sin ninguna victoria.

La llegada de Stoichkov al banquillo no arregló demasiado en un equipo que el año pasado fue el menos goleado (Pinto, 28 goles) y éste no ha sabido ni defender (58 goles en contra) ni cerrar los partidos (nueve empates).

Hoy, el presidente Mouriño presentará su proyecto para los próximos años, inspirado en el modelo inglés –un director deportivo con plenos poderes–; un proyecto que arrancará en Segunda.
Hristo Stoichkov


Un carácter venido a menos


El presidente del Celta, Carlos Mouriño, fichó a Stoichkov, un entrenador con apenas experiencia, para sustituir a Fernando Vázquez con la intención de dotar de un carácter más agresivo a una plantilla aburguesada. En un acto simbólico, nada más llegar a Vigo se enfundó la camiseta del Celta con su número 8. Ha dispuesto de poco tiempo para trabajar, pero el cambio en el ánimo de sus hombres apenas se ha notado –salvo en las últimas tres jornadas–. Seguirá entrenando el año que viene en Segunda y ayer, después del encuentro contra el Getafe, ya comentó: «A veces es mejor dar un paso atrás que dos adelante malos».
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