El cabezón está completamente enmasillado de una pieza. En él se ubica un foco delantero de Seat León, antiniebla, para circular en la noche más cerrada. La parte trasera está formada por un culín de Aprilia RS, que se ha convertido a monoplaza de forma artesanal, está completamente alisado e incorpora como luces de posición y freno dos barras de leds rojos perfectamente integradas. Para resaltar el trabajo, las llantas se pintaron del mismo color de la carrocería, y otras partes se cromaron (el basculante, los soportes de las estriberas, la pata de cabra y el escape), consiguiendo así que el brillo del metal haga mucho más completo el trabajo. El tono elegido para pintar esta moto es un verde perlado en oro, acompañado de una aerografía tribal en negro, un color que nos atrae. Y por la noche, el tono verde es abducido por la luz que se desprende de los neones de colores, hasta siete, colocados en su carrocería de forma estratégica.

 

 

El motor de la GPR 50 es el conocido propulsor de Derbi que tan buenos resultados está ofreciendo en los últimos tiempos. Para él encontramos muchos productos y marcas con los que prepararlo, aunque en esta ocasión se decantaron por material de la marca Metrakit, que se combinó con un escape Tavi.