Theresa Zabell: "A mis hijos no les exijo ganar"

La exdeportista Theresa Zabell en su despacho de la Fundación Ecomar.
La exdeportista Theresa Zabell en su despacho de la Fundación Ecomar.
JORGE PARIS
La exdeportista Theresa Zabell en su despacho de la Fundación Ecomar.

Creció con la piel bañada por el salitre de las playas malagueñas y soñando con la posibilidad de subirse algún día a lo más alto de un pódium. Con 11 años, Theresa Zabell seguía con ojos ávidos de aventura, de adrenalina, las hazañas de los deportistas que competían en los Juegos Olímpicos de Montreal. Se recreaba desde casa pensando en que un día estaría dentro de esa televisión, en lugar de apoltronada en un sofá. Y lo consiguió: se consagró como la mejor regatista de su generación en Barcelona 92.

¿Cuál era la situación del deporte en 2000?

Había muchas cosas por hacer, pero creo que en la vida todo se percibe así. Cuando miras hacia atrás, ves lo mucho que has avanzado. Cuesta avanzar, pero a lo largo del tiempo las cosas sí cambian. Y esto es algo que le digo a la gente que reivindica y que ve el vaso medio vacío.

¿En qué cosas hemos avanzado?

Existen programas deportivos dentro de la Unión Europea que no había hace 15 años. Antes, los distintos países de la UE no podían optar a fondos comunitarios. En el caso de España, se ha avanzado muchísimo con el tema de la mujer en el mundo del deporte. Hace 15 años, la mujer luchaba y entrenaba mucho, pero no tenía el papel protagonista. Carecía de las posibilidades de ahora, momento en que se tienen en cuenta ciertos aspectos. Por mucho que queramos asemejarnos a los hombres, nunca seremos iguales: tenemos diferentes lesiones, otro modo de vida, te quedas embarazada… Esas cosas se tienen en cuenta, y cuando una mujer decide ser madre, se la apoya para que pueda volver a la competición de alto nivel.

Pero el papel de la mujer parece que sigue siendo de segunda fila.

Eso es opinable. Hay deportes femeninos que tienen muchísimo éxito como el vóley-playa. O, por ejemplo, el tenis que ha pasado por épocas en las que ha habido deportistas con más seguimiento. Una de las razones del éxito del deporte femenino es que parte de sus seguidores son hombres.

Entonces, ¿qué opina de los diarios deportivos que hacen más hincapié en la equipación que llevan las deportistas de vóley-playa que en el propio partido?

Bueno, hay muchas mujeres que van a encuentros deportivos masculinos por lo musculados que están los deportistas. Recuerdo que en un Open de Tenis había unas señoras que no paraban de hacer comentarios sobre las piernas de Federer. Cuando he ido a ver vóley-playa femenino no ha sido por la vestimenta que tienen, sino por la calidad de lo que hacían.

Mujer y deporte. ¿Cuál es el siguiente paso?

Colocar a las mujeres en puestos de dirección para que ya podamos completar el círculo. En el caso de España, las deportistas han logrado grandes resultados y se han colocado, en algunas ocasiones, hasta por delante de los hombres. Fue el caso de los Juegos Olímpicos de Londres. Pero hay que seguir avanzando.

¿Qué cree que ha pasado para que haya cambiado así el deporte?

Al final, cuando siembras y riegas, todo termina creciendo. Nada se consigue en dos días, tarda su tiempo. Hubo un antes y un después de Barcelona 92. Han pasado más de 20 años y los resultados se siguen notando: cambio de planificación, mentalidad, actitud… Algo por lo que nos tenemos que felicitar todos. Otros países que han organizado unos Juegos, desgraciadamente, años después, han caído en saco roto.

¿Qué pensó de la candidatura de Madrid?

Técnicamente era muy buena, pero íbamos con un presupuesto ajustado y con un mensaje de candidatura austera. Los Juegos Olímpicos son la gran fiesta del Comité Internacional y ellos quieren tirar la casa por la ventana.

Una experiencia como unos Juegos es algo que no se olvida nunca.

Exacto. Estás todo un año preparándolos y parece que no llega nunca. Fue muy emocionante estar en Barcelona. En cambio, mis segundos Juegos (en Atlanta) fueron un poco descafeinados porque estábamos en una subsede, a más de 400 kilómetros. No fui a la ceremonia inaugural porque se perdía casi un día entero y tenías que estar una noche sin dormir. No compensaba.

¿Su mayor logro?

Supongo que los Juegos, porque es algo por lo que llevas mucho tiempo trabajando y cuando lo logras, es lo máximo. Aunque técnicamente ganar un Mundial es más complicado, pero los Juegos brillan por encima de todo. Es tu momento de gloria.

¿Cómo percibe el deporte en la actualidad?

Hay cosas que han cambiado para bien, como el Plan ADO (Asociación Deportes Olímpicos). Sigue siendo muy exigente, pero al mismo tiempo es más flexible. En 2000 estaba muy encorsetado y quienes conseguían resultados tenían que estar entre los ocho primeros del mundo para mantener la beca. Por muy bueno que seas, es tremendamente exigente estar entre los ocho primeros cada año. Ahora se estudian ciertos casos. Una manera de darle seguridad a los deportistas, un voto de confianza. Tener un mal año no significa que ya no valgas.

La competitividad que puede generar el deporte, ¿es positiva o negativa?

Cuando metes a un niño en un equipo lo que debes fomentar es saber ganar y perder, el compañerismo, los valores del deporte, que se lo pase bien… sin embargo, parece que lo importante es ganar.

Pero eso es lo que se fomenta en los deportes de élite, ¿no?

Sí, pero para llegar hasta ahí tienes que pasar por muchos escalones. A mis hijos nunca les he exigido ganar. Cuando voy a recogerlos, les pregunto qué tal se lo han pasado. Hasta tal punto que mi hijo pequeño, que es tremendamente competitivo, me pregunta: "Mamá, ¿no quieres saber si he ganado?". Y cuando le digo que eso no es lo importante, se ofende mucho conmigo (risas).

¿Sus hijos practican vela?

Sí, pero por diversión. A mi hija le encanta navegar y siempre me pregunta por qué tenemos que vivir en Madrid. Está enamorada del mundo del mar. ¿Les da consejos? Recuerdo una época en la que mi hijo se resfriaba mucho y yo le decía que cuando acabase de jugar al tenis se quitase la ropa mojada. Le expliqué que todos los deportistas de élite así lo hacen, que yo también lo hacía. Y me decía: "Pero ¿tú qué sabes?". Y hasta que no vio a Rafa Nadal hacerlo en un partido, no hubo forma. ¡Pero porque lo hace Nadal, no su madre! (risas).

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