Si Gianluigi Buffon fue la imagen de la Juventus en los instantes finales del partido contra el Real Madrid, Sergio Ramos fue la de los blancos. El capitán, poco acostumbrado a ver al equipo desde la distancia, sufrió de lo lindo durante los noventa minutos. Primero, en un palco del Santiago Bernabéu. Tampoco este miércoles le faltó el sombrero, esta vez para acompañar un conjunto de color grana, similar al de la camiseta de la Roma.

Con el 0-3, Ramos no pudo más y bajó al campo. Ni siquiera le retuvo en su asiento el hecho de estar sancionado por la tarjeta amarilla que vio en el partido de ida. El 0-3 de Turín hacía presagiar que era una ocasión propicia para cumplir ciclo de amonestaciones, pero el transcurso del partido de vuelta volteó todos los pronósticos.

Desde el túnel, ya sin el sombrero, Ramos presenció de cerca el desenlace, tan nervioso como el que más, haciendo aspavientos y gritando. Su presencia llamó la atención del entrenador italiano, Massimiliano Allegri, con el que tuvo un intercambio de palabras en los instantes más tensos, justo después de que el árbitro, Michael Oliver, señalara el penalti que decidió el partido, en el minuto 93.

“Ramos me ha dicho que era penalti”, desveló el técnico, que le recordó una de las últimas jugadas del partido de ida: “Yo le he entonces también hubo un penalti a Cuadrado”.

Sergio Ramos se enfrenta ahora a una posible sanción. Todo depende de la interpretación que la UEFA haga del artículo 11 de su código disciplinario, con la que ya castigó hace casi cuatro años a otro madridista, Xabi Alonso, que saltó al campo en la final de 2014, ante el Atlético de Madrid pese a estar sancionado, para celebrar uno de los goles del equipo. La UEFA le impuso un partido de sanción que le impidió disputar la Supercopa de Europa, contra el Sevilla.