Ronaldo, que hoy fue recibido con el sonido de los 30.000 silbatos interistas, así como con pancartas insultantes, anotó el gol que, provisional y estérilmente, puso en ventaja al Milán ante el Inter, y que celebró llevándose las manos a las orejas.
Ante la duda que pudiera existir sobre si en caso de gol lo celebraría o no en señal de respeto a sus ex seguidores, Ronaldo lo festejó y, en respuesta a los silbidos sufridos cada vez que toca el balón, se llevó cada mano a una oreja.
Ello conllevó el renacer de los pitos de los aficionados de un Inter que lo que menos deseaban hoy era encajar un gol del "odiado" Ronaldo.
Pero luego, para su deleite, se resarcieron con las dianas de Cruz e Ibrahimovic, que voltearon el marcador.
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