La superestrellas de la WWE Roman Reigns anunciaba en octubre de 2018 que se retiraba de la lucha y perdía su título para luchar contra la leucemia, una enfermedad contra la que ha batallado en los últimos 11 años de su vida.

Un anuncio que el propio luchador hizo sobre el ring, visiblemente afectado y emocionado, y que supuso un duro golpe para todos los aficionados de este espectáculo, acostumbrados a retiro de este tipo por lesiones, pero no por una enfermedad tan temida como es este cáncer en la sangre.

El pasado lunes, durante el último episodio de Monday Night Raw perteneciente a la gama de espectaculos semanales de la WWE, Reigns regresó al ring y su mensaje sonó a victoria, la más importante de su vidas: "La buena noticia es... Que está remitiendo. Así que, dicho esto, el Big Dog está de vuelta". El estallido del público fue atronador, como nunca había vivido Reigns sobre el cuadrilátero.

Amado y odiado a partes iguales por ser considerado un 'enchufado' de la compañía creada por el multimillonario Vince McMahon, Reigns ha logrado a sus 33 años convertirse en la principal estrella de la empresa más famosa de lucha libre. Campeón de todo, el 'Big Dog' inicia ahora una nueva etapa en la que su drama personal y el reconocimiento de sus compañeros de profesión a buen seguro le van a convertir en el favorito de los que antes le abucheaban.

Reigns agradeció el apoyo recibido durante un speech en el ring tras el cual recibió el abrazo de su amigo Seth Rollins y, posteriormente, dejó un mensaje en las redes para expresar las emociones vividas en su vuelta.