Aún no lo he hecho, pero nos reuniremos para bebernos unas botellas de champán.

¿Durmió con las medallas?

(Risas.) No, pero cuando llegué a la habitación las puse colgando en la copa, me senté en la cama y pensé en todo el esfuerzo y el sacrificio que me han costado.

Por ejemplo, no comer chucherías y chocolate...

Tuve que bajar seis kilos para estar en la categoría de –48 kg. Me quité de porquerías y de comer entre horas.

¿Es usted muy comilona?

Sí, y me cuesta controlarme. Lo que más me gusta es el arroz al horno de mi madre.

¿Se dio algún capricho?

Después de las medallas me puse tibia a comer. Toda la tarde y todo el día siguiente.

Supongo que nadie se meterá con una chica tan cachas...

¡Qué va! Si soy un palillo andante, parece que me voy a romper.

¿Estudia?

Dejé los estudios con 14 años y ahora me estoy sacando la ESO, pero prefiero levantar pesas a estudiar.

¿Qué le gustaría ser cuando se acabe la halterofilia?

Policía, pero como no me den un sartenazo y me salga un chichón, no doy la estatura (1,59 m). Tengo un título de esteticista, pero todavía no tengo claro lo que quiero.

Luce dos tatuajes...

Con 14 ó 15 años me hicieron un delfín en el omoplato izquierdo y una rosa en el pecho, que me estoy quitando porque queda un poco taleguera, de la cárcel.

¿Qué aficiones tiene?

Me relaja ir de compras en fin de semana y leer novela histórica.

¿Tiene tiempo para el amor?

No, ni quiero.

¿Sigue siendo del Madrid?

Sí, pero ahora menos porque ya no está Zidane. Me gusta porque no va de estrella.

Bio

(17-8-1981). Natural de Alzira (Valencia), empezó en la halterofilia con 11 años, el día que acompañó a su hermano José al gimnasio.