Las líneas de Nazca, un conjunto de milenarias figuras dibujadas sobre el desierto de Perú, uno de los más áridos del mundo, se cruzan en medio de una polémica con el próximo rally Dakar, acusado por grupos proteccionistas de dañar los geoglifos en su anterior paso por el país.
El Dakar volverá en 2016 a Nazca, como ya lo hizo en 2012 y 2013, cuando los vehículos pasaron por encima de uno de los geoglifos, según denunció la Asociación María Reiche, enfocada en mantener el legado proteccionista de la arqueóloga germano-peruana del mismo nombre.
La albacea de la Asociación, Ana María Cogorno, aseguró a Efe que "el Dakar sí daña" el patrimonio arqueológico y paleontológico de Perú, incluida la zona intangible de las líneas de Nazca, un área desértica de alrededor de 700 kilómetros cuadrados, situada a unos 450 kilómetros al sur de Lima.
"He pedido al Ministerio de Cultura que me especifique claramente por qué dicen que no hay daños. Nosotros los hemos corroborado con datos exactos gracias a un estudio sumamente concienzudo del arqueólogo alemán Ralf Hesse", de la Oficina Estatal de Patrimonio Cultural en Baden-Württemberg, señaló Cogorno.
El estudio de Hesse muestra fotografías tomadas por satélite de un geoglifo con múltiples huellas de vehículos y concluye que el dibujo "ha sido dañado severamente en cinco episodios, de los que dos de ellos coinciden con el Dakar de 2012 y 2013", las dos ediciones del rally que Perú acogió antes de la del próximo año.
Tras largas negociaciones, la ministra peruana de Turismo y Comercio Exterior, Magali Silva, y el director del rally Dakar, Etienne Lavigne, presentaron en abril en Lima el regreso de la carrera a Perú, donde Nazca será la meta de la tercera etapa, en una edición que partirá de Lima y llegará a Rosario (Argentina).
Silva aseguró que el Gobierno peruano aceptó albergar de nuevo el rally porque los organizadores les ofrecieron "una oferta inmejorable, de tres por el precio de uno: la realización del Dakar con garantías de seguridad para los pilotos, para los espectadores y para la preservación de nuestro patrimonio".
Cogorno alertó de que no solo se trata de los vehículos participantes, sino también de los espectadores que siguen el recorrido de los pilotos, quienes "comienzan a entrar en las líneas y en sitios que no están permitidos".
"Es humanamente imposible controlar a toda esa gente. La última vez seguí el rally a pie de página, quedé aterrada. ¿Por un día que el país gane dinero se debe destruir miles de años de historia?", se cuestionó Cogorno.
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