«Para mí no es una decepción que la escudería se haya decidido por él, pues es alemán y es lógico que corra en su circuito. Pero luego volveré a tener mis oportunidades», decía ayer a 20 minutos Vallés, colaborador habitual de este diario.
Adrián Vallés tiene dos obstáculos que le impiden ponerse al volante del coche que conoce mejor que nadie: aún no tiene la superlicencia para pilotar un F-1 y, principalmente, le falta el patrocinio económico necesario, unos dos millones de euros, para que Spyker se decida por él. «Por el momento seguimos negociando, estamos a la espera», nos confesó Vallés.
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