La selección española de balonmano comenzó su andadura en el Europeo de Noruega de la peor forma posible: con una derrota. El prometedor dominio inicial del equipo de Juan Carlos Pastor –3-1 a los cinco minutos– se esfumó con el paso del tiempo ante la falta de puntería y las intervenciones del inspirado Puljezevic, el orondo portero húngaro, que ahogaba al ataque español.
La imprecisión de la roja en ataque –y en defensa– animó a los húngaros, muy veloces y seguros. Al descanso, Hungría ya había roto el marcador a su favor (12-14). España reaccionó tras el paso por los vestuarios e igualó el partido. Pero fue un espejismo. La efectividad rival les distanció de España siete goles.
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