«Es sencillo, si sigue, se rompe». El argumento, en boca de uno de sus doctores, viene a explicar el año disfrutado –y padecido– por Rafael Nadal. Números positivos: 21 torneos jugados, 11 triunfos, más de 4 millones de euros en el bolsillo y segundo mejor jugador del planeta.Pero también hay un lado menos agradable, que habla de unos 159.000 kilómetros recorridos, 200 horas de vuelo y 4 lesiones de carácter más o menos leve. La última, ubicada en el ligamento peroneo astragalino anterior del pie izquierdo, le retiró antes incluso de haber empezado la Copa Másters de Shangai.
El torneo chino se ha quedado al final en una Copa de serie B. De los ocho teóricos titulares, Nadal, Roddick, Hewitt, Safin y Agassi no están y los organizadores tiemblan, pues al número uno, Federer, le duelen los tobillos.
No cuesta entender tanta lesión echando un vistazo al calendario tenístico. Imposible apretarlo más, con once meses de competición (el otro es de pretemporada) y 18 torneos de obligada participación para los 50 mejores del mundo: los cuatro Gran Slam, nueve Masters Series y cinco de libre elección. ¿Y si no los juegan? Cero en la clasificación o multa, de no mediar un justificante sanitario. «Esta vez, tenía que hacer caso a los médicos», resume Nadal.
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