Difícil partido el del sábado para Mourinho, que escenificó la inquietud y el nerviosismo en el estadio Santiago Bernabéu.
No era un partido más ante el Sporting de Gijón. El Madrid se jugaba llegar con una renta cómoda que le permita encarar el clásico del Camp Nou con cierta tranquilidad. Y el partido no fue nada fácil, a pesar del 3-1 final.
Por eso, a Mourinho se le vio intranquilo, inquieto y, en algunas ocasiones, a punto estuvo de perder los nervios.
Con el 0-1, el luso se encaró con el banquillo del Sporting para después llevarse su dedo índice a la sien, en un claro gesto acusatorio de locura del contrario. Esto provocó la reacción airada de los suplentes del equipo asturiano, aunque la cosa no pasó a mayores.
El portugués, muy activo y nervioso durante todo el encuentro, abroncó en varias ocasiones a sus jugadores y aún viviría una última polémica. Cuando Benzema marcó el 3-1 y mientras los suplentes celebraban el tanto, él, en un gesto de rabia, hizo un corte de mangas hacia el banquillo, que estaba vacío.
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