En una etapa tan dura, con el encadenado de puertos más exigente de esta edición, como loca, rápida desde el banderazo de salida y marcada por numerosos intentos de fuga, la Vuelta vivió un nuevo cambio de líder en el que se reabrió la guerra por el podio y el retirado Igor Antón, que este domingo abandonó el hospital tras ser operado de una fractura de codo, recibió un guiño de sus compañeros. Por partes.

Un acelerón de los suyos, la respuesta a un ataque de Ezequiel Mosquera dentro del último kilómetro, le valió a Purito Rodríguez para recuperar el rojo. Le bastaban cuatro segundos y encontró un colchón mayor por el hundimiento, relativo dadas sus dotes contrarreloj, del italiano Nibali.

El ritmo que hasta ese momento marcaba su compañero Kreuziger cercenó todo conato ofensivo. "Quería atacar, pero nos llevaban a un paso bestial", confesó Purito.

Se esperaba que algún día el luxemburgués Frank Schleck, candidato al triunfo, fresco por su temprana caída en el Tour, se dejase ver. Este lunes avisó en La Cobertoria y remató en el inicio de Cotobello, primero acompañado por Danielson y luego por Sastre.

Cuando dejó de mirar atrás, su brecha engordó medio minuto y, gracias a las bonificaciones, tiene el podio a poco menos de minuto y medio.

Por último, Mikel Nieve. El navarro, en fuga desde el Puerto de San Lorenzo, casi a 100 km de la meta, en un interesante ejercicio táctico de un Euskaltel que ya suma tres etapas, estrenó su palmarés estrenando también al Cotobello. "Este triunfo va para Igor Antón, porque íbamos a ganar la Vuelta, seguro", valoró.

El martes, descanso. Y el miércoles, crono.