Taraki Mustapha, una liebre entre rejas

Un marroquí se convirtió en atleta en la cárcel y hoy saldrá libre soñando con ser profesional.
Mustapha, corriendo dentro del centro penitenciario. (EFE)
Mustapha, corriendo dentro del centro penitenciario. (EFE)
Mustapha, corriendo dentro del centro penitenciario. (EFE)
La historia comienza hace una década en una barriada del noroeste de Marruecos, donde Taraki Mustapha, como muchos compatriotas, soñaba con una nueva vida en España. «Ahorré dinero y me subí a una patera», cuenta Taraqui.

Después, de Cádiz a Almería y de un empleo a otro, hasta que la suerte se torció. «Le presté dinero a un amigo y no me lo devolvió, lo que me hizo cometer el error más grave de mi vida: entré en su casa para recuperarlo por la fuerza». Su error le llevó a prisión durante cuatro años.

En el centro penitenciario palentino de La Moraleja (curioso nombre) conoció a Pilar, la monitora de deportes, que le animó a correr. «Al principio fue diversión, pero luego vimos que se le daba bien», señalan desde el centro.

Del hobby a la profesión hubo poco. «Vimos que hacía buenas marcas y me inscribieron en varias pruebas». Taraki terminó quinto en las medias maratones de Valladolid, Medina del Campo, Tordesillas y Segovia, lugar en el que se dio a conocer por ser descalificado en un principio al no estar federado, aunque finalmente la organización le reconoció su puesto.

Taraki Mustapha abandonará hoy la prisión y será libre. Echará de menos a sus 1.500 compañeros de la cárcel, «que se portaron muy bien», y tiene clara una cosa: «Voy a seguir corriendo y espero hacerlo profesionalmente, porque ya no puedo vivir sin correr».

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