Un día en las carreras con Jorge Lorenzo, el líder del Mundial

Jorge Lorenzo, en el motorhome, mira el casco y el mono con los que va a correr.
Jorge Lorenzo, en el motorhome, mira el casco y el mono con los que va a correr.
JORGE PARÍS
Jorge Lorenzo, en el motorhome, mira el casco y el mono con los que va a correr.

Como a cualquier joven de 24 años, a Jorge Lorenzo también le cuesta levantarse de la cama por la mañana. "Es un poco dormilón. A veces se le pegan las sábanas", sostiene Carlos Gil, su asistente de comunicación. Pero hoy no puede permitirse ese pequeño lujo. Es el día de la carrera y antes de las ocho de la mañana hay que estar en pie. Además, en esta ocasión Lorenzo tiene una responsabilidad añadida: corre el Gran Premio de España de Motociclismo, en Jerez. "El único circuito donde siento el apoyo de la afición", asegura.

Se levanta y mira al cielo desde una de las ventanas del motorhome, su hogar durante todo el fin de semana. No le gusta lo que ve: está nublado y amenaza lluvia. Mal augurio. "El desayuno que toma suele ser ligero: zumo, cereales, pavo, tomate, fruta, un poco de pan integral...", comenta Marco Benaglio, jefe del hospitality de Yamaha, el lugar donde suele hacer las comidas el piloto mallorquín, "a excepción de los días de carrera, cuando normalmente lo hace en el motorhome porque suele haber demasiada gente", añade Benaglio.

Sin tiempo para disfrutar de la distendida conversación que mantienen los empleados de Yamaha, Lorenzo toma con celeridad su scooter rumbo al box, un santuario para él, su lugar de meditación y concentración en medio del asfalto. "Allí me transformo por completo. Aparece el Lorenzo distante y frío y se acaban las bromas. Debe reinar la seriedad. El box es mi lugar de trabajo. Es sagrado", señala el campeón del mundo del MotoGP de 2010.

Pendiente del cielo

El balear comenta los últimos detalles con Ramón Forcada, su jefe de mecánicos. Está listo para el warm up, el último ensayo para poner a punto la máquina. Ha llovido ligeramente y la pista está húmeda. Lorenzo se preocupa: tiene la pole y eso le perjudica. Firma el cuarto mejor tiempo. Sigue inquieto, pese a que un miembro de su equipo intenta que se calme: "Tranquilo,  Giorgio, las previsiones que manejamos nos indican que no lloverá", le asegura en un descifrable italiano.

Son las doce del mediodía y toca comer. Como siempre, pasta de kamut, una variedad de trigo que aporta mucha energía y que se digiere con más facilidad. "Es un alimento ideal antes de la competición", destaca Marco Benaglio. Falta una hora y Lorenzo se recluye ya en el box. El cielo le da un respiro. Confirmado: no lloverá. Pero Stoner le arrebata el triunfo, aunque el balear está satisfecho: sigue líder del Mundial de MotoGP en un día complicado. La prensa espera titular. "Tenía que pensar entre ganar para el público de Jerez o el Mundial", dice Lorenzo, con la mente ya en Estoril, donde el domingo (14.00 horas) intentará lograr en el trazado luso su cuarta victoria en la categoría reina.

"Ya no parece tan prepotente"

Jorge Lorenzo es uno de los pilotos más solicitados. Alrededor de la entrada al box del mallorquín se agolpan medio centenar de aficionados a la caza de una firma. "Me cae mejor ahora. Ya no parece tan prepotente", asegura Natalia Román, una madrileña de 33 años que acude a Jerez con su novio desde hace ocho años. Para Rubén Artiles, canario de 25 años, Lorenzo es el piloto más accesible: "Es el único que se ha hecho una foto conmigo".

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