En Oriente también saben jugar al béisbol y lo demostró ayer la selección de Japón al proclamarse campeona del primer Clásico Mundial, disputado en San Diego (Estados Unidos). El combinado nipón rompió todos los pronósticos y superó a Cuba, actual campeona olímpica y mundial, por 10 carreras a 6. La novena cubana, ojito derecho de Fidel Castro, que en su juventud tuvo ofertas para jugar en la Liga profesional estadounidense, fue desarbolada por el ataque agresivo de los japoneses. La tristeza en la isla caribeña fue aún mayor al comprobar que su equipo fue derrotado por un rival que cuenta con un solo jugador profesional, Ichiro Suzuki, que milita con los Marineros de Seattle.
La gran decepción de este torneo fueron los Estados Unidos, que contaron con pocos jugadores de su Liga profesional y no se clasificaron para las semifinales.
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