La invasión de los locos cacharros sobre ruedas

  • Los triciclos, patinetes o patines de toda la vida se han hecho mayores.
  • La tecnología ha permitido que novedosos vehículos tomen las calles, fusionando esfuerzo y diversión en nuevos deportes urbanos.
Los nuevos vehículos llegan a las grandes ciudades.
Los nuevos vehículos llegan a las grandes ciudades.
Jorge París
Los nuevos vehículos llegan a las grandes ciudades.

¿Nuevos deportes?, ¿juguetes modernos?, ¿medios de transporte alternativo? Un poco de todo: así es toda una nueva generación de artefactos que, modernizando viejos conceptos, está revolucionando las calles. Basta con pasear y poner atención para cruzarse con triciclos supersónicos, inimaginables patines u originales tablas de skate.

Sobre tres ruedas

Trikes reclinables: Es imposible no fijarse en ellos: se llaman trikes reclinables y son una versión actualizada y adulta de los clásicos triciclos. Como explica Jason Harris, responsable de la empresa especializada 3ike, "es una tendencia recién nacida en España, pero que va a más: interesa mucho a personas con problemas de espalda o algún tipo de limitación motriz que han descartado el uso de una bicicleta normal". Hoy hay unos 200 trikes reclinables en España, pero basta probarlos para augurarles futuro: son muy cómodos y, gracias a su agilidad y a un punto de gravedad bajísimo (recuerdan a un kart), estables y divertidos. ¿El problema? Un precio que parte de los 1.700 euros, y unas formas más aparatosas (e incómodas para el tráfico urbano) que las de una bicicleta.

Trikke: Una bomba para los fanáticos de los deportes de deslizamiento: eso es un trikke, que mezcla sobre tres ruedas skate, esquí y patín en línea. Juan Jiménez, de la tienda Se rueda, lo define como "una máquina de fitness en movimiento: a mucha gente no le gusta ir al gimnasio, pero un trikke les permite hacer ejercicio en el exterior". Aunque a simple vista parezca un patinete, el trikke exige utilizar multitud de músculos: muchas calorías quemadas sin impacto para las articulaciones. En cambio, tiene inconvenientes como vehículo urbano: el principal, que requiere de un ancho considerable para su manejo. Con un precio de 250 euros (modelo para adultos), están empezando a venderse muchos para el público infantil, lo que permite aventurar una creciente presencia entre los mayores.

Patines imposibles

Orbitwheels: Los patinadores expertos tienen un nuevo reto: probar (y dominar) los orbitwheels, un híbrido sorprendente de patín, monopatín y monociclo. Hablamos de dos ruedas de 25 centímetros de diámetro con una superficie horizontal donde colocar los pies que permiten recrear las sensaciones vividas a bordo de un monopatín, pero ocupan mucho menos espacio y no exigen descalzarse. Cuestan 80 euros: ¿Su mayor defecto? La dificultad de uso.

Skorpion Multi Terrain: Así son los Skorpion Multi Terrain, unos patines para rodar sobre césped, caminos de tierra, arena o adoquines. Equipados con una tecnología que reduce las vibraciones, adaptables a cualquier pie y a un precio de 150 euros, tampoco necesitan que nos descalcemos.

Surf urbano

Landski: Visto desde arriba es una tabla de skate normal, pero basta darle la vuelta para comprender qué hace distinto a un landski: dos ejes únicos de siete ruedas fijas en forma de arco. Los fanáticos del snowboard están de enhorabuena: es fácil de manejar, barato (unos 70 euros) y transmite sensaciones similares a las de este deporte.

Wavescooter: Con las calles llenas de monopatines, longboards o waveboards, la (pen)última sensación urbana son los wavescooter, que combinan las virtudes de un patinete con la diversión de un waveboard: ligereza máxima, ruedas móviles en todas las direcciones y una tecnología de torsión que permite desplazarse sin necesidad de poner los pies en el suelo.

Los mejores sitios para practicar

Cada vez más ciudades españolas ofrecen lugares adecuados para usar estos aparatos: Barcelona (zonas del Fòrum y el paseo marítimo, o las plazas en torno al Macba y la plaça Universitat), Granada (el parque del barrio de Bola de Oro), Murcia (en el Malecón) o Madrid (el Retiro, Madrid Río o el Anillo Ciclista) son cuatro buenos ejemplos.

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