Autosuficiencia. Para este joven de Pravia el no tener que depender de nadie en sus expediciones es fundamental. Por ello, en la aventura rusa ha portado hasta 63 kilos de equipaje en su periplo entre Orsk, cerca de Kazajistán, y Vorkuta, dentro del Círculo Polar Ártico.
A la dificultad del idioma y la mala calidad de los mapas –con versiones con más de 30 años de antigüedad–, además de la orografía de la tundra y la taiga, Menéndez ha tenido que hacer frente a los mosquitos, las garrapatas, el barro y la falta de un GPS.
«Algunos caminos únicamente se pueden utilizar en invierno, cuando todo se congela, porque en verano el barro y los pantanos que hay que atravesar los hacen impracticables», explica el expedicionario.
Hermandad acuática
Más allá de la bici, su pasión, Juan procura siempre que sus proyectos tengan una razón de ser. «Todos mis retos han sido una mezcla de motivaciones», señala el asturiano. Al igual que ha pedaleado por los Picos de Europa portando un mensaje contra la droga, en Rusia quiso realizar un simbólico hermanamiento cultural entre las asturianas aguas de Covadonga con las del nacimiento del río Jarbei. Pequeños gestos que se enmarcan en grandes gestas, como la de perderse cuatro meses en los Urales.
Inquietudes sobre dos ruedas
Pese a su juventud, Juan Menéndez ya cuenta con un extenso currículum expedicionario. Este intrépido asturiano de 24 años lleva desde los 16 realizando aventuras a pedales. Él ha sido la persona más joven en atravesar el Amazonas –la Transamazónica– en bicicleta y en solitario. También ha pedaleado, siempre en solitario, por Escocia y por el Gran Atlas marroquí, además de realizar tres veces el Camino de Santiago.
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