A sus 28 años, la burgalesa Marifé Conde lleva diez años enganchada al kickboxing, pese al susto inicial que se llevó su familia. "¡Cómo es que te gusta pegar golpes, hija mía! Estás loca", le decían. Esta mezcla entre arte marcial y boxeo le ha proporcionado a Marifé numerosas alegrías, tanto personales como profesionales.

Gracias a su práctica conoció a Luis Pérez, padre de sus hijos, Luis (5 años) y Lucía (3 años), y su entrenador, y hace poco más de una semana se proclamó en Rusia campeona de Europa de Kick Boxing en la modalidades de khoski (–57 kilos), de la que también es campeona del mundo, y full contact (–53 kilos).

Marifé reconoce que "no es fácil entrenar y atender a los niños", pero "tengo unos padres estupendos que me ayudan, y si ellos no pueden, Luis siempre está dispuesto". El mayor inconveniente se presenta cuando no tiene con quién dejar a los niños los días de competición. "Menos mal que los padres de los niños a los que entreno, que también suelen combatir esos días, se hacen cargo, aunque Luis y Lucía se portan muy bien y son majísimos", asegura esta burgalesa.

Sus dos embarazos no han supuesto para Marifé un freno a su carrera deportiva, ya que "cuido mucho la alimentación, soy muy disciplinada y me entreno unas tres horas al día". En sus ratos libres es coordinadora del método silva (disciplina que imparte técnicas de concentración), aunque su gran sueño podría cumplirse en 2016. "Desde que sé que el kick boxing podría ser deporte olímpico, no pienso en otra cosa", afirma. Suerte, mamá.