Entre las pancartas de ánimo que acompañaban en su trotar a los sufridores del Maratón de Madrid y la neonata prueba de 10 kilómetros paralela, entre el "vamos Papá" o el "fuerza y honor, Patricia", una muy sorprendente les invitaba a reflexionar sobre el peligro que corría su vida ante la ‘abominación’ de correr durante 42,195 kilómetros.

"¿Y cuántas personas fallecen al día por un ataque al corazón, por un accidente de coche u otras circunstancias? Miles", reflexionaba un día antes el etíope Haile Gebrselassie, el liviano plusmarquista del maratón [2 h 03 min 59 s] de la sonrisa eterna, mientras conversaba con 20 minutos sobre ese atleta que perdió la vida en el Maratón de Roma o, sin salir de Madrid, en su Medio Maratón.

El tetracampeón mundial y bicampeón olímpico en los 10.000 m argumentó en un acto previo que "correr es la mejor medicina que existe" y defendió la práctica de su actividad "con conocimiento".

"Imagínate que cuando tienes que medicarte –ejemplificó–, en vez de las cinco pastillas que te ordenó el médico te tomas diez. No puede hacerte ningún bien. Si tú normalmente corres a un ritmo, pero sobrepasas tus capacidades en exceso es seguro que tu cuerpo no lo aceptará".

Los Gasol y medio metro

Con 56 kilos de peso y 1,65 m de altura, su cuerpo parece diseñado para correr largas distancias. En esos 10 km de Madrid, prueba en la que participó por su amor a la ciudad y por cuestiones de patrocinio, no tuvo rival. Cuando muchos aún no habían llegado al kilómetro 3, él ya buscaba el 6. Su tiempo final, 28 min y 56 s, no fue muy brillante como marca. "Era duro", valoró. Su velocidad, 20,73 km/h, una envidia para cualquiera. Corre como una bici. Levita. En ese récord mundial que logró en el Maratón de Berlín (2008) avanzó cada segundo 4,29 metros. O lo que es lo mismo: los hermanos Gasol, Pau y Marc, y medio metro más.

¿Y sobre su sonrisa? "Nací con ella –bromea–; me encanta ser feliz, es mi carácter, mi forma de afrontar la vida".

Afable, accesible y sencillo

Intenso carrusel de actos y promociones el que ha tenido que vivir Gebr en Madrid. Entre medias, no eran pocos los viandantes que buscaban una foto con uno de los campeones más sencillo, accesible y en absoluto endiosado del mundo. Su presencia revolucionó la feria del corredor, ubicada en la Casa de Campo, con decenas de personas haciendo colas para buscar una foto o un autógrafo ante el stand de su firma deportiva. Muchos no lo lograron. "Era un fijo a esta marca. No vuelvo a comprarla", decían decepcionados, pero no con él.