Maria Sharapova atraviesa el peor momento de su carrera como tenista profesional. El positivo por dopaje puede traer consigo una sanción de cuatro años sin competir, que podría quedarse en dos. "No quiero acabar mi carrera así", dijo la rusa cuando confesó su error. Se refería Sharapova a lo deportivo, donde ha cosechado un innegable éxito que ahora se tambalea.

También lo hace su economía, con un futuro que, aunque aún incierto, no apunta nada halagüeño. Ahora, la actual número siete del mundo podría perder su estatus económico tras once años consecutivos siendo la deportista con más ingresos.

En 2015, según la revista Forbes, la rusa ingresó 29,7 millones de dólares de los que solo 6,7 procedieron de premios por sus resultados en los torneos. El resto, 23 millones, fueron beneficios procedentes de patrocinio y publicidad.

Sin embargo, ese imperio podría desmoronarse, ya que sus principales patrocinadores le han dado la espalda nada más hacerse público su dopaje, rompiendo ipso facto varios la relación comercial que les unía.

Tras hacer oficial su dopaje el pasado lunes, algunos de sus patrocinadores como la marca de relojes de lujo Tag Heuer o Porsche pusieron fin a la relación comercial que les unía a Sharapova. Aunque la pérdida más importante para la rusa es el de la multinacional deportiva estadounidense Nike, cuyo contrato de patrocinio le proporcionaba 9 millones de beneficio anuales. Otra parte importante del imperio económico de la rusa se encuentra en la marca de dulces Sugarpova, que creó en 2012 con una inversión de 500.000 dólares y que ahora está valorada en veinte millones.

Sharapova está a punto de pasar por el mismo calvario por el que ya pasaron compañeros suyos en el deporte mundial, que vieron también cómo importantes marcas les daban la espalda en cuestión de patrocinio. Todos han visto hundirse su imperio económico porque, en efecto, por norma general hasta un 75% de las ganancias de estos deportistas de élite se originan en sus ingresos por patrocinio y derechos de imagen.

Lance Armstrong. El dopaje también se llevó por delante, aunque de forma más dramática que en el caso de la tenista, la carrera del ciclista. Y, con ello, también a sus patrocinadores. Según reconoció él mismo, en apenas unos días perdió la friolera de 75 millones de dólares, al caerse los patrocinios vitalicios de Nike, Oakley o Trek.

Tiger Woods. Sus problemas matromoniales y sus infidelidades salieron a la luz en 2009, lo que manchó la hasta entonces impoluta imagen del golfista americano. Así, la huida de las firmas era cuestión de tiempo. Un imperio económico —llegó a ser el deportista mejor pagado, según Forbes, algunos años, como el de 2006, con cerca de 90 millones de dólares— que vio notablemente reducidos sus ingresos. Pese a la fidelidad de Nike, otras  marcas optaron por dejar de patrocinarle: Accenture, Cadillac, AT&T, Gatorade, Golf Digest o Gillette.

Michael Schumacher. En su caso fue el infortunio el que se llevó por delante, además de la salud, parte de su imperio económico. Un año después de sufrir el grave accidente de esquí, el alemán perdió dos importantes patrocinadores personales, las empresas de moda Navyboot y Jet Set (ambas le reportaban cerca de 5 millones). Afortunadamente para él, esto no produjo un efecto dominó y otras marcas, como Mercedes-Benz o Rosbacher siguen estando a su lado, como se aprecia en su web.

Oscar Pistorius. La condena por el asesinato de su novia hizo que sus patrocinadores, como Nike, cancelaran sus contratos con el velocista paralímpico. Sin ellos, y sin poder competir, ha llegado a tener apuros económicos que le obligaron a pedir ayuda a su familia y vender varios de sus caballos de carreras.

Luis Suárez. Su mordisco a Chiellini en el Mundial de Brasil en 2014 le costó caro, nunca mejor dicho. Tanto Adidas como la casa de apuestas 888poker se desvincularon del ahora delantero del Barça.

Mike Tyson. En 1991, el boxeador fue arrestado por el delito violación y pasó tres años en prisión. Pepsi y Nike terminaron su relación comercial con el púgil.

Michael Phelps. Sus problemas con las drogas fueron, al mismo tiempo, su condena económica. Kellog's decidió que no daría más de comer al nadador.