El Atlético parece empeñado esta temporada en contradecir su condición de equipo imprevisible. Y es que cuando pisa el Calderón siempre ocurre lo mismo: empieza perdiendo. Y el domingo se quemó. También terminó perdiendo. Ante el Espanyol, 1-2.
El equipo de Aguirre saltó al césped muy tímido, casi miedoso. El Espanyol detectó esta desconfianza y tomó la iniciativa. Y en una bonita triangulación entre De La Peña, Luis García y Tamudo, el capitán visitante rompió el 0-0.
Y el Atlético se rompió en dos. Una clara ocasión de Maniche dentro del área, tras filigrana de Torres, y un remate lejano de Luccin fue su pírrico bagaje antes del descanso.
El inicio del segundo tiempo fue un huracán. Ocurrió de todo. Empate atlético tras un poderoso cabezazo de Torres, gol, ya definitivo, de falta de Luis García, alternativas... Pero según se acercó el pitido final, el Atlético se diluyó, y su fútbol perdió fuelle.
Mista marcó al final, pero el gol fue anulado por presunta falta a Kameni. Con este resultado, el Atlético, presa del vértigo, pierde su anhelada cuarta posición.
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