Saldrá hoy, de las Islas Canarias, rumbo a la Isla de Santa Lucía, en el mar Caribe. 3.000 millas marinas separan ambos puntos y serán unos 20 días de navegación en el Archibald: salón, cama, conexión a Internet, cocina... nada faltará, sólo compañía física. «Si me pongo mala, me tendré que curar yo solita», afirma.
«Ella tiene conocimientos para que la aventura sea un éxito. Siempre estaremos ahí por si acaso», manifestaba José María Ripoll, otro lobo de mar con años de currículum, armador del Arhibald y vigilante de Esperanza. Mientras, su ‘vigilada’ andaba ayer cargando el carro del supermercado, nerviosa y agobiada como quien está a punto de empezar un gran viaje, una aventura, sola por el Atlántico.
Tras la estela de McArthur
Esperanza sigue la estela de mujeres navegantes y aventureras. «Mi ídolo es Ellen McArthur. Ella batió el récord dando la vuelta al mundo en su barco sin escalas ni ayudas y me quito el sombrero por lo que hizo», cuenta Esperanza. De momento, el reto de esta madrileña es un poco más pequeño que el de la inglesa, pero todo se andará.
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