La alpinista Edurne Pasaban se recupera de las congelaciones y abandona el hospital

Edurne Pasaban charla con las enfermeras del hospital de la Mutua de Accidentes de Zaragoza (MAZ).
Edurne Pasaban charla con las enfermeras del hospital de la Mutua de Accidentes de Zaragoza (MAZ).
J. Cebollada / EFE
Edurne Pasaban charla con las enfermeras del hospital de la Mutua de Accidentes de Zaragoza (MAZ).

La alpinista Edurne Pasaban ha salido este mediodía del hospital de la Mutua de Accidentes de Zaragoza (MAZ), donde se ha recuperado de las congelaciones que sufrió en manos y pies durante su ascensión al Kangchenjunga (8.586 metros), montaña que consiguió hollar.

La montañera, que con este pico ha logrado su duodécima ascensión a un ochomil en su carrera por conseguir coronar las catorce montañas más altas de la Tierra, ha permanecido desde la madrugada del pasado día 23 en este hospital, bajo la supervisión del doctor Ricardo Arregui, uno de los grandes especialistas mundiales en este tipo de lesiones.

La montañera ha salido del hospital, poco antes de las 14.00 horas, acompañada de sus padres con los que se ha trasladado en un vehículo hacia San Sebastián, donde reside.

El doctor Arregui, que ha dado el alta a Pasaban poco antes de las 13.00 horas, ha dicho que la montañera donostiarra "tenía congelaciones en manos y pies, lo normal en este tipo de aventuras, pero no ha habido complicaciones".

El médico ha destacado que su "evolución es favorable" y que a partir de ahora tiene que guardar "un reposo relativo", que acompañará con una medicación.

Cansancio

La montañera, que el pasado 18 de mayo hizo cima en el Kangchenjunga (8.586 metros), tuvo que ser evacuada en helicóptero del campamento base para poder ser trasladada cuanto antes a España para poder ser tratada de las congelaciones que sufrió.

A partir de ahora, su objetivo es recuperarse y una vez superada esta etapa preparar el ascenso al Sisha Pangma (8.027), en su carrera por ser la primera mujer del mundo en hollar los catorce ochomiles del planeta, que disputa a la austríaca Gerlinde Kaltenbrunner, que tiene también doce, y la italiana Nives Meroi, que suma una menos.

Cuando llegó a la MAZ, dijo a los medios de comunicación que las congelaciones eran más leves de lo que pensaba -sufrió otras mucho más graves en 2004, en el K-2 (8.611)- y que sólo tenía ganas de recuperarse del cansancio.

Sobre su complicado descenso del Kangchenjunga, alabó el trabajo de todos sus compañeros, porque "me tuvieron que bajar a rastras" para hacer un camino de una hora que a ella le costó hacer cinco.

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