Sin margen de error. El Valencia se complicó su futuro en la Champions después de sumar su segunda derrota consecutiva en Europa ante un Rosenborg que no ganaba como local en esta competición desde el 23 de octubre de 2001.

Los de Quique Flores, con la única novedad de Marchena en el mismo once que ganó 2-4 al Deportivo en la Liga, comenzaron intimidando a su rival, con buenas salidas del balón y Silva desequilibrando. Pero todo fue un espejismo que pronto desapareció y en el que se echó de menos a Villa.

El Rosenborg impuso un ritmo que borró a un Valencia huérfano de su habitual solidez defensiva y cuya reacción, tras los goles locales, fue muy tímida. Quique tardó en mover el banquillo. Ni apuntaló la retaguardia ante el chollo que se encontraron los noruegos en los saques de esquina ni tampoco estimuló el desaparecido juego ofensivo.

El Valencia cae hasta la cuarta y última plaza de su grupo con el deber de no volver a tropezar.