El resultado más sorprendente de la jornada de Champions llegó desde Polonia. Allí, el Real Madrid jugó con fuego y se quemó. En un estadio cerrado, sin público y ante un equipo que durante media hora ofreció una resistencia parecida a la de un entrenamiento, el cuadro de Zinedine Zidane pinchó después de ir ganando 0-2.
La aparición espectacular de Gareth Bale con un golazo en el primer minuto y el oportunismo de Karim Benzema, con otro tanto a diez minutos del descanso, no sellaron un duelo básico para lograr la clasificación matemática y optar al primer puesto del grupo.
Antes del paso por vestuarios, el Legia recortó distancias ante la pasividad defensiva de un equipo que se dejó marcar un par de dianas totalmente evitables con algo más de mordiente. Vadis Odjidja-Ofoe y Miroslav Radovic con dos disparos lejanos igualaron la contienda.
Con media hora por delante, el Real Madrid intentó desnivelar un choque que al final se complicó más aún con el 3-2, con otro disparo lejano sin oposición obra de Thibault Moulin que igualó Mateo Kovacic a cinco minutos del final. Lucas Vázquez, en el último suspiro, mandó un disparo al larguero y el Real Madrid se dejó dos puntos en Polonia por culpa de la pasividad defensiva.
El entrenador del Real Madrid, Zinedine Zidane reconoció que el choque fue "un partido raro y complicado", donde a sus jugadores les faltó "un poco de todo, un poco de intensidad, de movimiento, motivación y ganas".
El francés puso por primera vez de inicio a Cristiano Ronaldo, Benzema, Bale y Morata. El resultado no fue el esperado, ya que a pesar de los 3 goles a favor, dio muchas facilidades al rival y acabó recibiendo otros tres. Hubo atasco en la zona ante tanto atacante.
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