En un clásico siempre hay cosas en juego. La Liga parece ya decidida para el Barça, pero si algo caracteriza históricamente al Real Madrid es su fe en empresas casi imposibles como sería una remontada de diez puntos en solo ocho jornadas.

Y luego está el asunto del orgullo. Los blancos lo tienen muy tocado tras el baño que recibieron en la ida en el Bernabéu, un 0-4 que aún escuece, mientras que los azulgrana quieren seguir haciendo sangre y en la mente de todos está no solo ganar, sino que hacerlo con otro resultado contundente y para la historia.

Zidane ha aprendido a base de palos, y no parece que salga a plantear un encuentro de tú a tú en el Camp Nou. Casemiro será el soporte de un equipo que necesita músculo y trabajo en el medio del campo, Kroos y Modric le acomparañarán en una labor más ingrata de lo que les gustaría y la BBC será la encargada de resolver. El partido es un examen para Cristiano, Bale y Benzema, que deben demostrar que están a la altura del tridente rival, que les ha eclipsado acaparando los elogios del universo futbolístico.

En el Barça todo nace en Messi. Su implicación en el juego es cada vez mayor, y a su voracidad goleadora ha sumado una labor creativa imposible de frenar. Es Messi, pero también es Xavi, todo en uno. Y de ello se aprovechan especialmente Neymar y Luis Suárez, el complemento perfecto para el argentino y que quieren demostrar, una vez más, que son el mejor tridente del mundo. Qué mejor que ante el eterno rival.

Si a eso se le suma un centro del campo que en ocasiones roza la perfección con Busquets, Rakitic e Iniesta, y una defensa liderada por la mejor versión de Piqué, es inevitable que el Barça sea el gran favorito para el duelo de mañana y para ganarlo todo, un año más, esta temporada.

Un aspecto más puede ser clave: las porterías. El tremendo nivel tanto de Keylor Navas como de Claudio Bravo esta temporada puede decantar el duelo para un lado o para el otro. El año pasado, sin ir más lejos, la victoria culé en el Camp Nou se fundamentó en varias intervenciones estelares del chileno.

Pero el que más se juega en el partido no saltará al terreno de juego, sino que estará en el banquillo visitante: Zinedine Zidane. Una buena actuación del Real Madrid le daría confianza y legitimidad para afrontar el verdadero reto de su equipo este año, la Champions, pero una derrota, especialmente si es contundente, haría que las dudas sobre su capacidad volvieran a aparecer.