Joan Laporta dijo hace unos días que su ilusión sería ver a Cataluña disputando un Mundial de fútbol.

A pesar de las críticas recibidas, hay que destacar que, con los estatutos de la FIFA en la mano, existiría una posibilidad para que esa ilusión se hiciera realidad: la autorización española.

Aunque es evidente que ésta nunca se produciría, el periódico El Mundo destaca que el reglamente de dla FIFA es un ejemplo de cómo las grandes federaciones siempre dejan resquicios para reconocimientos políticamente convenientes. Es el caso de Palestina.

Según indica el diario, en el punto 1 del artículo 10, referido a las condiciones de admisión, se dice: "Toda asociación responsable de organizar y supervisar el fútbol en su país puede convertirse en miembro de la FIFA. Por 'país' se entiende en este contexto un Estado independiente reconocido por la comunidad internacional. Se reconocerá a una sola asociación por país, bajo reserva de lo estipulado en los artículos 5 y 6".

A continuación, en el artículo 6, se explica: "Con la autorización de la asociación nacional del país del que dependa, la asociación de fútbol de una región que aún no haya obtenido su independencia podrá solicitar su admisión en la FIFA".

¿Valdría ese caso para Cataluña y Euskadi si fueran aceptadas por el gobierno las propuestas del plan Ibarretxe o por modificaciones de sus Estatutos de Autonomía?

Precedente inglés

Echando la vista atrás, se demuestra que en 1908, en Viena, solicitaron incorporarse Escocia e Irlanda a la FIFA, iniciativa que bloquearon alemanes y franceses. Y fue la presión de Inglaterra, que demostró que galeses, escoceses e irlandeses tenían federaciones con absoluto funcionamiento independiente y que sus organismos poseían más de 30 años de historia, lo que permitió que se desbloqueara la cuestión y fueran reconocidas por la FIFA.