De los aplausos al 'review bombing': así ha cambiado la recepción de 'The Last of Us'

Algunos de los temas más polémicos de la serie no lo fueron en absoluto cuando el juego apareció en 2013. 
Bella Ramsey en 'The Last of Us'
Bella Ramsey en 'The Last of Us'
Cinemanía
Bella Ramsey en 'The Last of Us'

Que algo se convierta en una costumbre no lo hace menos exasperante. Por ejemplo, si bien a estas alturas ya es de lo más normal que la aparición de temas LGTB en una serie venga acompañada por una ola de pataletas homófobas, las manifestaciones de esta tendencia siguen cayendo de lleno en lo patético, y el caso de The Last of Us es la prueba. 

Desde que empezaron a emitirse, en enero de 2023, las aventuras de Joel (Pedro Pascal) y Ellie (Bella Ramsey) se han ganado los aplausos de espectadores y críticos, estuvieran estos o no familiarizados con el videojuego original de Naughty Dog. Y, desde el estreno del tercer capítulo (Mucho, mucho tiempo), las entregas del show han venido acompañadas por protestas e insultos que, en muchos casos, proceden del público más conservador.   

Dichas acometidas suelen centrarse en la aparición de gays y lesbianas en la historia (con Ellie a la cabeza), pero no solo en ellas. Aspectos como la organización comunitaria de los supervivientes en Jackson o el hecho de que Maria (Rutina Weasley) le ofrezca a la heroína una copa menstrual (ambos tomados del episodio 7) también han persuadido a algunos de que esta historia existencial y postapocalíptica es, en realidad, un pérfido instrumento para transmitir ideología woke. 

Tráiler de 'The Last of Us'. (HBO) 

Sin embargo, hay algo que está exasperando (por no decir "soliviantando") a los fans veteranos de la saga. Hablamos del hecho de que buena parte de este contenido estuviera ya presente en el juego original cuando este llegó al mercado en 2013, sin que entonces motivase reacciones especialmente airadas. Ahora, sin embargo, parecen presagios de un cataclismo con sexualidades no normativas y economía colectivista en lugar de setas parásitas. 

Reseñas negativas brotando como hongos

El contenido polémico de The Last of Us no solo se ha notado en las soflamas tuiteras, aunque de estas hayamos tenido para dar y tomar. Otro de sus síntomas más destacados ha sido el 'review bombing': la práctica de llenar con puntuaciones negativas la ficha de un contenido en webs agregadoras, para hacer que así baje su nota media.  

Comprobar esto es tan sencillo como acercarnos a las estadísticas del show en la base de datos IMDB, las cuales nos revelan un fenómeno muy peculiar. Mientras que el grueso de los episodios emitidos hasta ahora presentan un porcentaje de "1" (la mínima nota posible) que apenas se acerca al 2%, en los casos del tercer episodio (Mucho, mucho tiempo) y el séptimo (Lo que dejamos atrás), esta proporción se dispara.  

¿Qué tienen en común estas dos entregas? Que en ambas hay personajes e historias LGBT. Así, Mucho, mucho tiempo (26,2% de notas negativas) nos cuenta el romance entre Bill (Nick Offerman) y Frank (Murray Bartlett), mientras que Lo que dejamos atrás (14,5%) muestra el último día que pasó Ellie junto a Riley (Storm Reid), la chica de la que se enamoró y a la que tuvo que decir adiós en las peores circunstancias imaginables. 

Asimismo, podemos suponer que muchas de estas valoraciones han sido depositadas por usuarios que ni siquiera ven The Last of Us habitualmente, sino que han acudido a votar animados por sus líderes de opinión. ¿Cómo lo deducimos? Porque IMDB también publica la cifra total de votos correspondiente a cada capítulo, y, en el caso de Mucho, mucho tiempo, esta es de 203.858 usuarios: más del doble que en el capítulo anterior (90.000 usuarios) y más del triple que en el posterior (55.796).

Valoraciones al capítulo 3 de 'The Last of Us' en IMDB.
Valoraciones al capítulo 3 de 'The Last of Us' en IMDB.
Cinemanía

Asimismo, la proporción de votos negativos recibida por el sexto capítulo de la serie se mantiene dentro del arco habitual, con un modesto 1,7%. Algo que da a entender que ni las menciones al comunismo, ni la tan cacareada copa menstrual, han asustado tanto a según quiénes como la imagen de dos señores con barba comiendo fresas. 

Todo empezó con un baile en la verbena...

Aunque la adaptación de The Last of Us le haya dado más espacio a la relación entre Bill y Frank, esta ya estaba presente en el juego original, algo que no motivó ningún barullo en su día. En cuanto al amor de Ellie por Riley, se hizo de dominio público en 2014 con la publicación de Left Behind, un DLC que fue acogido sin aspavientos. Como mucho, Druckmann y su equipo recibieron aplausos de la prensa especializada por su sensibilidad al plasmar un romance entre chicas jóvenes.

En 2020, sin embargo, la cosa ya había cambiado, como demostraron los ataques que acompañaron a la publicación de The Last of Us Part II. No se trataba de que dicha secuela resultara discutible en su apartado lúdico, sino de que uno de sus avances mostraba el beso entre una Ellie ya veinteañera y Dina, el personaje (femenino y cisgénero) que sirve como su interés amoroso en la historia. 

Bajo los latigazos de Druckmann, el equipo de Naughty Dog había sudado tinta para que el morreo resultara tierno y verosímil. Y lo consiguió, al precio de que numerosos comentarios repitieran términos ahora tristemente familiares como "diversidad forzada" y "propaganda LGBT"

A la luz del sentido común, esta reacción adversa parece cosa de locos: cuando The Last of Us Part II salió al mercado, el hecho de que a Ellie le gustan las chicas era ya archisabido desde hacía seis años. Así pues, quienes la habían acompañado entonces no deberían haber visto nada malo en que la heroína buscara satisfacer sus necesidades afectivas y sexuales como cualquier mujer adulta.

No obstante, este detalle hizo que Part II fuese el primer título de la franquicia sometido a olas de review bombing en páginas como Metacritic. Algo que también afectó a The Last of Us Part I, la versión remasterizada del primer juego que apareció para Playstation 5 en 2022. El contenido de Left Behind, incluido en esta nueva versión, fue acusado de "sexualizar niñas", un cargo al que no había tenido que hacer frente el original ocho años antes. 

No es cordyceps: es odio

¿Qué ha cambiado para que las dos versiones de The Last of Us despierten reacciones tan dispares? Nos tememos que explicarlo es fácil: en 2020, cuando la segunda entrega del videojuego llegó al mercado, la llamada 'alt right' se había convertido ya en una presencia tan inevitable como atorrante en casi todos los rincones de internet. 

El hecho de que algunos se espeluznen ante una visión del apocalipsis que no excluye ni a la gente no heterosexual ni hechos biológicos como la menstruación no solo nos recuerda esas presuntas "guerras culturales" que enfrentarían a los defensores de Occidente contra aquellos que pretenden socavar sus valores. También ponen de relieve que el colectivo LGBT siempre ha sido un chivo expiatorio muy tentador para aquellos que pretenden agrupar a sus fieles en torno a un discurso de odio.

De esta manera, estas reacciones son solo un síntoma de una plaga. Esa plaga que, dentro de EE UU, está provocando la aprobación de leyes homófobas y tránsfobas, así como esas restricciones al derecho al aborto que pueden llegar a extremos dantescos en algunos estados. Por no hablar de consecuencias todavía más truculentas en otros lugares del mundo (España, de momento, todavía se libra).

Pero lo que de verdad puede ponernos los pelos de punta es saber que en este caso, nadie es inocente. Los ataques contra The Last of Us no son solo el producto de una indignación pasajera, sino también un método tan insidioso como eficaz para divulgar su misoginia, su homofobia y, en general, su bilis hacia todo aquello que no comulga con una visión uniformizadora del mundo.  

Asimismo, mentiríamos al decir que la propia HBO Max no gana nada al hacer la vista gorda ante dichos mensajes, puesto que las pataletas online le dan más relevancia a uno de sus contenidos estrella. Finalmente, al hacernos eco de todo esto, los medios de comunicación también tenemos nuestra parte de culpa. La cual, por si hiciera falta decirlo, no es nada pequeña. 

En la escena más conmovedora del capítulo 3, Bill y Frank ponen en práctica (sin saberlo) una vieja parábola japonesa: los momentos de máxima desesperación son también los que más se prestan a saborear la vida. Siguiendo su ejemplo, nosotros podemos apreciar el hecho de que una serie mainstream como The Last of Us nos muestre la existencia de otras formas de amar y de vivir que persistirán incluso cuando la humanidad haya llegado a su ocaso. 

Todas estas evidencias nos animan a detenernos por un momento y degustar el sabor de las fresas, sabiendo que a este le sucederá, si nadie lo remedia, otro mucho más amargo. Menos mal que, cuando llegue ese momento, siempre podremos fijarnos en Ellie como modelo de resistencia (por ahora).

¿Quieres estar a la última de todas las novedades de cine y series? Apúntate a nuestra newsletter.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento