El sorprendente motivo por el que Pippi Calzaslargas nunca fue una serie de anime

Hayao Miyazaki quiso adaptar la célebre serie sueca, pero Astrid Lingren lo evitó por una razón personal. El fundador de Studio Ghibli llegó a viajar al país escandinavo para conseguir los derechos, pero fue en vano.
Pippi Calzaslargas
Pippi Calzaslargas
Archivo.
Pippi Calzaslargas

Pippi Calzaslargas traspasó las fronteras de Suecia a finales de los años 60, llegando hasta la otra punta de Europa, a España, años después. Aún así, la serie que adaptaba las novelas de Astrid Lindgren se convirtió en un fenómeno continental que marcó a toda una generación de niños. La pizpireta Inger Nilsson se convirtió en una estrella (que se fue apagando) al interpretar a la intrépida niña pelirroja.

Las trenzas más famosas de la historia de la televisión se han quedado grabadas en la memoria de millones de niños europeos, aunque se podría haber visto una versión completamente distinta a la que se vio en pantalla. Uno de los directores más famosos de los últimos tiempos quiso adaptar a Pippi y a sus amigos a un formato que domina a la perfección y del cuál es el máximo exponente. Ese realizador no era otro que el fundador de Studio Ghibli, Hayao Miyazaki.

Miyazaki cambió de estudio por Pippi

En el año 1971, la fundación del estudio de animación japonesa más reconocido ni siquiera se había concebido. Miyazaki, por aquel entonces, trabajaba en el estudio Toei, en el que había sido animador principal de varias películas, como Las aventuras de Hols, el príncipe del Sol (1968) o El gato con botas (1969). En agosto de ese año, tanto Hayao como su estrecho colaborador Isao Takahata decidieron marcharse al estudio A-Pro, ya que sentían que les permitiría crecer en su carrera y realizar el tipo de anime que ambos querían. Además, Yasuo Otsuka, director del estudio, les ofrecía un caramelo muy goloso: la historia de Pippi.

Hayao Miyazaki y Otra en 1971
Hayao Miyazaki y Yasuo Osuka en 1971.
IMBd

Los tres estaban fascinados por las novelas de Astrid Lindgren, mientras que Miyazaki y Takahata eran unos grandes admiradores del trabajo que había realizado Otsuka. Por ello, todos estaban decididos a adaptar a Pippi al anime japonés, ya que el fundador de Studio Ghibli, que acaba de realizar otra obra maestra, El chico y la garza (2023), siempre se ha inspirado mucho de la literatura para realizar sus proyectos, adaptando historias tanto de escritores japoneses como de anglosajones. 

El futuro ganador del Oscar por El viaje de Chihiro (2001) comenzó a trabajar en varios bocetos de la aventurera pelirroja, y estaba decidido a adaptar la historia de la niña sueca al anime japonés. Tan entusiasmado estaba con Pippi Calzaslargas, que Miyazaki incluso viajó a Suecia para intentar conseguir que Lindgren les cediese los derechos y así poder realizar la serie.

Un viaje en vano a Suecia... o no

Miyazaki puso rumbo al país escandinavo en 1971 para convencer a la autora, aunque no hubo ninguna posibilidad. Astrid Lindgren había quedado horrorizada con la adaptación animada de sus novelas en 1949, y, además, creía que el anime japonés era muy violento, por lo que el director se volvió al la tierra del Sol naciente sin los derechos... pero no por ello regresó con las manos vacías. 

Boceto de Pippi Calzaslargas recogido en el libro.
Boceto de Pippi Calzaslargas recogido en el libro.
Libro 'Maboroshi no Nagakutsushita no Pippi'

Hayao utilizó varios de los bocetos que ya tenía realizados (y que se recogieron en un libro) para el proyecto Las aventuras de Panda y sus amigos (1972), que estrenó al año siguiente, y en el que la protagonista tenía rasgos (como las trenzas pelirrojas) que recordaban mucho a la Pippi. Además, el japonés se quedó maravillado ante los parajes suecos, por lo que en 1989, tuvo la gran oportunidad de introducir esos paisajes en uno de sus proyectos.

Ese año adaptó la novela Nicky, la aprendiz de bruja, escrita por Eiko Kadono. La novela infantil está ambientada en una ciudad del norte de Europa sin especificar, por lo que Miyazaki, además de lo que recordaba de su viaje en 1971, volvió a Suecia, concretamente a Estocolmo y la isla de Gotland para captar más localizaciones. No obtuvo los derechos de Pippi, pero su visita al país nórdico no fue en vano. 

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