Olvidados, absorbidos, ninguneados y resistentes: la generación de directores 'geek' que ha cambiado Hollywood

Una generación de cineastas que abrazaron la baja cultura como influencia fundamental, creadores hechos a sí mismos que han probado suerte en el gran presupuesto cayendo derrotados, siendo absorbidos por el sistema o (unos pocos) integrándose sin perder su personalidad.
Rian Johnson, Edgar Wright, Taika Waititi y James Gunn
Rian Johnson, Edgar Wright, Taika Waititi y James Gunn
Cinemanía
Rian Johnson, Edgar Wright, Taika Waititi y James Gunn

Con The Creator, Gareth Edwards ha vuelto a los orígenes con los que despuntó en 2010 con Monsters. Un título de ciencia ficción de bajo presupuesto dirigido, escrito y montado por el propio Edwards (quien a su vez se encargó también de todos los trucajes y efectos digitales) que le llevaría inmediatamente a las grandes ligas, en materia económica, del cine.

Edwards se dejó tentar por dos trabajos integrados dentro del universo franquiciado en el que se ha convertido Hollywood: Godzilla y Rogue One: Una historia de Star Wars. Ambas mantienen el sello de la casa (la elegancia y sentido de la maravilla de su puesta en escena, el peso del factor humano en relatos de género) pero las dos acabarían colisionando con el sistema de factoría de ensamblaje impersonal de los grandes estudios.

Aunque reconozca que el sistema de Hollywood actual está muy limitado en cuestiones de libertad creativa, Edwards también considera que no pudo dejar pasar la oportunidad de hincar el diente a dos trabajos que hacían vibrar a un joven geek al que le apetecía trastear con los juguetes de su infancia, aunque fuera a costa de su creatividad y un control creativo total. 

Características de la generación 'geek'

Un problema y una situación que no solo le ha sucedido a él, sino que podemos encontrar en casi todos sus compañeros de una generación de cineastas que difiere de las anteriores en dos aspectos muy importantes. 

La primera de ellas, su amor por la cultura popular o “baja cultura”, en especial el cómic, el cine de género, el anime o los videojuegos. La segunda, una anomalía que hasta el momento no había ocurrido: antes del nuevo siglo, Hollywood tenía muy claro quiénes eran sus autores consagrados, quiénes artesanos con experiencia y tablas para llevar a buen puerto proyectos de alto coste económico y, por último, quiénes eran directores de género o de serie b.

En las dos últimas décadas, un conjunto de creadores surgieron de los márgenes de la cultura popular con proyectos de escaso presupuesto, suplidos por grandes habilidades formales y estilísticas, que chocaron contra un muro que no les permitió crecer y evolucionar, al dejarse seducir por el oropel de las grandes producciones. 

El Hollywood corporativo ha intentado (y conseguido) aplacar, suavizar o incluso destruir a autores que habrían necesitado mayor recorrido antes de caer en los brazos de un sistema de estudios cada vez más gris, aburrido y limitador. 

Os invitamos a recorrer la trayectoria de toda una generación, donde unos se amoldaron a la industria, algunos fueron destruidos u olvidados y otros resistieron consiguiendo implantar y reforzar su estilo y personal mirada tanto dentro como fuera del mainstream.

Drew Goddard

Protagonista y director de Malos tiempos en El Royale.
Protagonista y director de Malos tiempos en El Royale.

Inicios: Drew Goddard arrancaría dentro de la industria televisiva de la mano de Joss Whedon escribiendo guiones para el buffyverso (Buffy, cazavampiros, Angel) y continuó su carrera con el otro gran conformador de cultura geek de la televisión americana, J.J. Abrams, en Alias y Perdidos. A su vez, Abrams también le encargaría escribir el libreto del debut en la dirección de otro cineasta de su generación: Matt Reeves y su Monstruoso (2008).

Eclosión: Su ópera prima La cabaña en el bosque (2012) fue uno de los grandes debuts del terror de la pasada década. En contraposición a ese elevated horror que se pondría de moda por la misma época, la cinta de Goddard era un inteligentísimo, trepidante y mordaz ejercicio meta que jugaba con los códigos, las temáticas y las expectativas del espectador del slasher y las casas embrujadas made in Sam Raimi para darle una vuelta brillante.

Rodaje de 'La cabaña en el bosque'
Rodaje de 'La cabaña en el bosque'
Cinemanía

Tras su éxito, Goddard sería el showrunner de una de las series de Marvel más exitosas y prestigiosas, Daredevil, y escribiría el guion de una de las últimas películas de éxito de Ridley Scott, Marte.

Decadencia: Con Malos tiempos en El Royale (2018) parecía que iba a pasar de joven promesa a autor consagrado, siendo incluso seleccionada en el Festival de San Sebastián. Lo apuntado en La cabaña en el bosque y el reparto que le acompañaba (Jeff Bridges, Jon Hamm, Chris Hemsworth y Dakota Jonhson) hacían prever un salto cualitativo. El resultado fue un trabajo que quería ser un Tarantino wannabe salido de los 90, pero que ni siquiera alcanzó ese tropiezo juguetón de la filmografía de James Mangold que fue la hitchcokiana Identidad.

Duncan Jones

Duncan Jones dirigirá la película de 'World of Warcraft'
Duncan Jones

Debut: Duncan Jones, hijo de David Bowie, aterrizaría en el cine de ciencia ficción con Moon (2009) una obra que se convertiría en una cult movie contemporánea. Un relato con ecos de Kubrick y Tarkovski interpretado por un multiplicado Sam Rockwell que sorprendería a la cinefilia y a los fans del fantástico pronosticando un futuro brillante.

Aunque su segundo largometraje, Código fuente (2011), es una película de viajes en el tiempo ciertamente reivindicable, también es verdad que su paso entre público y crítica se resolvió con un incómodo silencio, sin levantar odios, pero tampoco pasiones.

Rodaje de 'Código fuente'
Rodaje de 'Código fuente'
Jonathan Wenk

Decadencia: Eso no evitaría que Jones cayera rendido a los cantos de sirena de Hollywood, convirtiéndose en el director de una de las franquicias del mundo de los videojuegos más atractivas: Warcraft (2016). El resultado fue un batacazo sonoro en la taquilla, potenciado por un presupuesto estratosférico al que se le sumaría un recibimiento feroz, tanto de la crítica especializada como de los fans del videojuego. 

Una lástima, sobre todo porque la decisión de Jones no fue únicamente económica, sino que, como buen geek, era uno de sus sueños trasladar a imagen real uno de los juegos de su infancia. La consecuencia del fracaso fue Mute (2018). Una cinta de ci-fi neonoir para Netflix que pasó sin pena ni gloria (incluso teniendo un reparto con Justin Theroux, Paul Rudd, Alexander Skarsgard y Sam Rockwell), tan inofensiva como intrascendente y donde el estilo de Jones quedaba totalmente anegado bajo los valores de producción de la plataforma.

Neill Blomkamp

Neill Blomkamp cambia 'Alien 5' por la secuela de 'District 9'
Neill Blomkamp

Prometedores inicios: El director sudafricano-canadiense se las prometía muy felices cuando en 2009, tras el estreno de su ópera prima, Distrito 9 (versión ampliada de su cortometraje de 2006, Alive in Joburg), fue recibido como la nueva promesa de la ciencia ficción. Un trabajo que aunaba la dureza extrema del cine de Paul Verhoeven con una metáfora poco sutil sobre el racismo y el apartheid bajo la excusa de una distopía ci-fi. Discurso que continuaría con su primer trabajo en la industria, Elysium (2013) protagonizada por Matt Damon y Jodie Foster, que sería recibido con cierta tibieza.

Lenta decadencia: Su tercera aproximación al género, Chappie (2015), aun siendo un trabajo notable que cimenta las temáticas, tono y estilo de su obra previa, fue directamente ignorada por el público y la gran mayoría de la crítica especializada. Este traspiés económico, más la cancelación de su prometedora continuación de la saga Alien, acabarían dilapidando las esperanzas y el apoyo de una industria que le desechó de manera tan rápida como le acogió.

Rodaje de 'Chappie'
Rodaje de 'Chappie'
Cinemanía

Niveles mínimos de supervivencia: En 2021 estrenó Demonic, cinta de ciencia ficción con toques de terror rodada casi de manera casera durante la pandemia. Un experimento de serie b tan interesante conceptualmente (con ecos del tono y el lenguaje de los videojuegos FPS tipo Doom y los survival horror a lo Resident Evil o Silent Hill) que se estrenaría de manera silenciosa en el otoño de 2021 sin que nadie se percatara.

Para salvar los muebles, Blomkamp abandonó su fuerte personalidad aceptando dirigir una adaptación del videojuego Gran Turismo. Una Top Gun entre el deporte virtual y el mundo del automovilismo, basada en una historia real, que es más un spot publicitario dilatado de Sony Entertainment que una película per se. Sus resultados en taquilla han sido discretos, pero superiores a sus últimos trabajos y, en el proceso, un autor irregular pero con una mirada única ha acabado perdiendo su alma y personalidad.

Richard Kelly

Rodaje de 'Donnie Darko'
Rodaje de 'Donnie Darko'
Cinemanía

Primer autor de culto de los 2000: De todos los directores olvidados y destruidos de este artículo, ninguno con tanto talento y tan apartado a su vez de la industria de Hollywood como Richard Kelly. Todo comenzó con una producción que aunque no hizo mucho ruido en taquilla se acabaría convirtiendo (gracias al mercado doméstico del DVD) en una de las primeras grandes película de culto del siglo XXI: Donnie Darko (2001).

Fascinante, hermética, fantasmagórica y poética, Donnie Darko no solo se adelantaría al trauma del 11-S, sino que su fusión del cine de terror de los 80 (con su atmósfera fantasmagórica salida casi de la primera Pesadilla en Elm Street de Wes Craven) con toques surreales provenientes del David Lynch de Terciopelo azul y una reinterpretación cruda y sardónica del espejismo que fueron los 80 de Reagan entregaría un trabajo de hard sci-fi del que estaría orgulloso Rod Serling.

Apestado de la industria de Hollywood: El culto de Donnie Darko y su iconografía fue creciendo en la primera década de los 2000 y el aura de Richard Kelly como nuevo autor para la cinefilia más geek llegaría a su máximo apogeo en mayo de 2006 cuando estrenó enel Festival de Cannes su esperado segundo largometraje: Southland Tales.

Una cinta que más que una película era una experiencia transmedia. Kelly decidió, al estilo de George Lucas, que su Southland Tales cinematográfica contendría los capítulos 4, 5 y 6 de una opus magna cuyas tres primeras entregas tenían formato cómic. Por lo tanto, la película arrancaba en un in medias res que sin la lectura de los cómics se antojaba harto compleja para el no iniciado. 

Y no digamos para aquellos no entrenado en conceptos de ciencia ficción como los mundos paralelos, las paradojas temporales y un sinfín de elementos que componían una obra tan excesiva como fascinante con violencia, surrealismo, pornografía y filosofía lisérgica a partes iguales.

El recibimiento en Cannes fue tan negativo (potenciado por un montaje que era un work in progress) que Southland Tales se dilapidó antes de su estreno, al estilo de Twin Peaks: Fuego camina conmigo. Tres años después, Kelly intentó recuperar el prestigio perdido con The Box (2009), adaptación de un relato corto de Richard Matheson, entre el terror y la ciencia ficción metafísica. Su extrañeza formal, temática y estética no hizo que fuera recibida con la misma inquina que Southland Tales, pero acabaría pasando sin pena ni gloria.

Lamentablemente, Richard Kelly no ha vuelto a estrenar ningún trabajo en salas, aunque Donnie Darko sigue ganando adeptos cada año que pasa y Southland Tales se ha ido convirtiendo en uno de los trabajos más rescatables y reivindicables de este siglo.

James Gunn

James Gunn
James Gunn
Getty Images

Heredero de la Troma: El actual showrunner del universo DC en cines arrancaría su carrera en el otro extremo de la industria. Colaborador de la Troma, guionista del remake de Amanecer de los muertos de Zack Snyder o del Scooby Doo de Raja Gosnell, se haría popular por una serie de cortometrajes para internet titulados PG-Porn (2008) donde parodiaba los códigos del porno mainstream con estrellas de la industria X como Sasha Grey, Jenna Haze, Belladonna o Bree Olsen.

Ese humor aparentemente irreverente, más su gusto por la escatología adolescente, sería la base de sus dos primeros largometrajes, Slithers (2006) y Super (2011). Ambos entregaban provocaciones de diseño provenientes de la Troma, y Super pretendía ser una versión irreverente del superhéroe clásico a la que adelantó en el tiempo Kick Ass, la adaptación de Matthew Vaughn del cómic de Mark Millar y John Romita Jr.

Marvel llama a la puerta: Gunn tuvo la suerte de ser contratado por Marvel Studios para adaptar Guardianes de la galaxia, un supergrupo de personajes secundarios de la editorial que solo conocían el núcleo duro de los lectores, convirtiéndose en el éxito sorpresa de 2014. Su mezcla perfecta de irreverencia y humanidad, más una caracterización repleta de cariño hacia el equipo de outsiders (y una banda sonora tan efectiva como poco arriesgada) acabarían definiendo realmente el tono y el estilo del estudio a partir de entonces.

La segunda entrega llegaría en 2017 y, aunque carecía de la frescura del original, Gunn demostró estar perfectamente a gusto en un producción de 200 millones de dólares, sabiendo equilibrar los gustos de una audiencia masiva, sin perder de vista su particular y personal mirada.

De la caída al resurgimiento: Inmerso en la tercera entrega de una saga que le había hecho olvidar sus humildes orígenes, cayó la bomba. Marvel Studios prescindía de sus servicios tras unos tuits de humor cuestionable, publicados mucho antes de que fuera una personalidad conocida. En su momento más bajo, Warner Bros. acudió al rescate, buscando la manera de que Gunn introdujera su fórmula de éxito en el convulso universo DC cinematográfico.

Así nació El Escuadrón Suicida (2021), secuela y a la vez reboot del fallido film anterior de David Ayer, con la que algunos comenzábamos a tener una cierta sensación de déjà vu en unos trabajos donde la frescura había dado paso a una cierta repetición de esquemas aparentemente irreverentes y cool. La suerte volvió a llamar a la puerta de Gunn cuando Marvel recogió carrete y le pidió que volviera a cerrar su trilogía de Guardianes, algo a lo que accedería por considerarlos casi sus hijos en el que sería su canto del cisne en el estudio. 

Además de convertirse en showrunner de El Pacificador (un spin-off de El Escuadrón Suicida recibido con alborozo que de nuevo confirmaba los puntos altos y bajos del estilo Gunn), acabaría como mandamás de DC Films para intentar poner un poco de orden en el caos en el que se había convertido la franquicia. Nada mal para un chaval que comenzó su carrera con series b caducas, sketchs de parodias pornográficas y tuits de dudoso gusto.

Taika Waititi

Taika Waititi ensalza a Natalie Portman como Thor en 'Love and Thunder'
Taika Waititi ensalza a Natalie Portman como Thor en 'Love and Thunder'
Europa Press

De Nueva Zelanda a Marvel Studios: Taika Waititi, director y actor neozelandés, se dio a conocer internacionalmente con un ingenioso (y algo dilatado) mockumentary: Lo que hacemos en las sombras (2014). Aunque había rodado otras películas en su Nueva Zelanda natal que ya demostraban su querencia por una supuesta irreverencia mezclada con sobredosis de azúcar algo indigestas, su revisión del mito vampírico hizo que Kevin Feige se fijara en él y decidiera que era el hombre indicado para reinventar a Thor. 

El dios del trueno no había tenido mucha suerte en sus dos entregas previas, dirigidas por un Kenneth Branagh domesticado y un impersonal Alan Taylor. Así, Thor: Ragnarok (2017) se convertiría en la otra gran sorpresa de Marvel tras Guardianes de la Galaxia. Una visión del personaje entre el humor y la parodia, cercana a los cómics de La Liga de la Justicia Internacional de Keith Giffen y J.M. De Matteis de los 80 en su aproximación irreverente hacia el personaje y su universo, que a su vez trasladaba de manera fidedigna el poderío visual y formal de Jack Kirby y Walter Simonson, los dos autores clave del personaje en su medio originario.

Promesa con pies de barro: A partir de ahí, la carrera de Waititi no pararía de crecer. Jojo Rabbit (2019), aunque no era apta para diabéticos y hacía sutil a La vida es bella de Roberto Benigni, recibiría el beneplácito fugaz del público y la Academia, siendo nominada a seis Oscars (incluidos el de mejor película) y ganando el de mejor guion adaptado.

Rodaje de 'Jojo Rabbit'
Rodaje de 'Jojo Rabbit'
Cinemanía

A su vez colaboraría en la primera temporada de The Mandalorian y la posibilidad de futuros proyectos no pararían de crecer: una adaptación de Akira; una nueva versión de Flash Gordon; una película para el universo expandido de Star Wars e incluso una adaptación de El incal de Jodorowsky y Moebius. Ninguno de estos proyectos han salido adelante.

Si acabarían fructificando otros: Thor: Love and Thunder (2022) que no conseguió el mismo respaldo del fandom y de la crítica, quizá por llevar al extremo el mismo conjunto de chistes ya manidos; un spin-off en forma de serie de Lo que hacemos en las sombras; un serial de piratas con menor acogida, Nuestra bandera significa muerte, cercana al tono de sus trabajos en Nueva Zelanda; y un nuevo largometraje titulado El peor equipo del mundo que, según su recepción en el reciente TIFF hace esperar lo peor del estilo aparentemente libre pero manufacturado de Waititi.

Matt Reeves

Matt Reeves en el rodaje de 'Monstruoso'
Matt Reeves en el rodaje de 'Monstruoso'

Jugueteando con el terror: En comparación con sus compañeros, Matt Reeves es un creador mucho más consecuente que los dos anteriores. Nada dado al aspaviento y el espectáculo de showman de programa de varietés, Reeves ha sido siempre un company man, aunque sabiendo imponer una mirada realmente poco comercial y muy personal, sobre todo para los estándares del Hollywood contemporáneo.

Su primer trabajo tras las cámaras, Monstruoso, confirmó que no estaba todo dicho en el subgénero del found footage, convirtiéndose en influencia para la Godzilla de Gareth Edwards y demostrando la habilidad y la mirada de un cineasta sin delirios de auteur cuyos puentes fuertes eran una poderosa impronta visual y una creación de atmósferas sofocantes.

Atmósferas que serían pulidas en su segundo largometraje, Déjame entrar, un remake en muchos aspectos superior al título homónimo de terror sueco que redefiniría fugazmente el cine de vampiros. Un trabajo que, visto con perspectiva, hacía un uso de un ambiente claustrofóbico y pegajoso que luego perfeccionaría en su acercamiento al hombre murciélago.

Sorteando el reino de las franquicias: Reeves entró en las grandes ligas al sustituir a Rupert Wyatt en El amanecer del planeta de los simios (2014) y La guerra del planeta de los simios (2017). Y lo que hizo con unos libretos repletos de lugares comunes fue sublimar la cinta original a partir de una puesta en escena y un tono que elevaban la propuesta por encima del nivel medio de los blockbusters contemporáneos.

Sobre todo en su entrega final, planteando un ritmo pausado y contemplativo a gran parte del metraje, en especial una primera media hora donde la palabra deja paso a las imágenes y las sensaciones, acercándose a la secuencia inicial de 2001: Una odisea en el espacio.

Rodaje de 'The Batman'
Rodaje de 'The Batman'
Cinemanía

Cinco años después, Reeves se encargaría de un caramelo envenenado: reiniciar a Batman tras la fallida intentona de Zack Snyder y todavía con el recuerdo muy presente de la trilogía de Nolan. El resultado fue una cinta excesiva en pretensiones y metraje, demasiado pagada de si misma y con pocos elementos diferenciales sustanciales respecto a la versión de Nolan, más allá del tono del cine de serial killers de David Fincher pero sin la precisión milimétrica, control de los tiempos y ritmo del director de Zodiac.

A su favor ,y a pesar de sus múltiples defectos, The Batman (2022) demuestra que Reeves no pretende mirarse en el artificioso y ruidoso cine comercial del presente, sino que sus pretensiones e intenciones se acercan más al mainstream de los 70 vía William Friedkin.

Edgar Wright

Edgar Wright.
Edgar Wright.
CINEMANIA

De la sitcom a la 'geek movie': Heredero de Doctor Who y El enano rojo, Edgar Wright arrancaría su carrera en 1999 con la sitcom de ciencia ficción Spaced. Un trabajo que rápidamente se convertiría en un serial de culto y que le reuniría con sus dos sospechosos habituales, los actores Simon Pegg y Nick Frost.

Un trío de goodfellas que sorprendieron en 2004 con Shaun of the Dead o Zombies Party, como lamentablemente se conocería en España. Una particular revisión del sobreexplotado subgénero de zombies que aunaba el tono apocalíptico de Romero con una mirada nihilista del treintañero adolescente y de futuro incierto salido del cine de Ken Loach, añadiéndole una mala baba, un humor desternillante y un poso de oscuridad y melancolía que conformaría el estilo de Wright.

Tres años después, de nuevo con Pegg y Frost como protagonistas, en Arma fatal haría lo mismo con el género de las buddy movies de acción, agitado pero no mezclado con el murder mystery. Quizá no tan redonda o culturalmente relevante como su predecesora, pero que continuaba revelando a un cineasta con una personalidad y un estilo muy bien definidos.

Scott Pilgrim, coitus interruptus y regreso al hogar: Su salto al cine americano se daría con la adaptación de uno de los cómics indie más populares de principios de los 2000, Scott Pilgrim contra el mundo (2010) de Bryan Lee O’Malley. Una obra única en su especie que contenía una infinidad de referentes, tales como el anime, la comedia romántica, el mumblecore, los videojuegos de 8-bits, el tebeo de superhéroes y el pop/rock independiente.

Rodaje de 'Scott Pilgrim contra el mundo'
Rodaje de 'Scott Pilgrim contra el mundo'
Cinemanía

La adaptación acabaría incluso superando el excelente material original con un trabajo que podría considerarse como la obra total de Wright pero que lamentablemente fue ignorada por público y crítica. A lo que habría que sumarle que el elevado presupuesto truncó levemente las posibilidades de medrar en Hollywood.

Algo que le ocurriría definitivamente con su abandono/despido del Ant-Man que preparaba para Marvel Studios y que se inspiraba en la reinterpretación del personaje realizada por Robert Kirkman en su medio original. Las ideas revolucionarias de Wright no cuajaron con el enfoque más conservador de Feige y la cinta acabó siendo dirigida por el mucho más convencional Peyton Reed.

De vuelta a América: Cuatro años después volvería  con Baby Driver en el que quizá sea su título más exitoso y a la vez menos interesante. Eso no quiere decir que no sea un buen trabajo, con un ritmo superlativo fruto de la fusión del montaje con la banda sonora, pero quizás esta heist movie se exceda en sadismo, posiblemente proveniente del estado de ánimo del director y sus malas experiencias previas en Hollywood.

En su último trabajo hasta la fecha, Última noche en el Soho (2021), regresa a su Inglaterra natal, en concreto a los Swinging Sixties, en un ejercicio de estilo que entremezcla viajes en el tiempo y terror gótico, entre la Hammer y el giallo, con una superlativa e icónica Anya Taylor-Joy y un glamuroso y a la vez tenebroso Matt Smith. Fue recibida de manera polarizada, pero, más allá de valoraciones personales, Wright ha seguido demostrando que ha encontrado su lugar en la industria, sin rendirse ante ella y manteniendo su muy personal estilo.

Alex Garland

El director y guionista Alex Garland
El director y guionista Alex Garland
(Getty Images)

De profesión, guionista: Mucho antes de que se convirtiera en uno de los cineastas más representativos de la nueva ola de la ciencia ficción, Alex Garland escribiría los libretos de algunas de las propuestas más interesantes del cineasta británico Danny Boyle. En su primer proyecto conjunto, La playa (2000), adaptó su propia novela homónima. en una obra irregular dentro de la filmografía de ambos autores, protagonizada por un Leonardo DiCaprio recién salido del Titanic de James Cameron.

Mucha mejor fortuna corrieron las dos siguientes colaboraciones entre ambos, 28 días después (2003) y Sunshine (2007). La primera de ellas, una verdadera revolución para el subgénero zombie e influencia fundamental para The Walking Dead o The Last of Us. A partir de una estética sucia y tosca -surgida de la decisión de filmarla en video digital de baja resolución- creaba una atmósfera atenazante y una suerte de realismo que potenciaba las sensaciones de una mirada totalmente misántropa a nuestra sociedad.

Sunshine sería mucho menos valorada, pero este híbrido entre ciencia ficción metafísica y casa encantada lisérgica, visualmente sobrecogedora, es posiblemente una de las propuestas de género más reivindicables de las dos últimas décadas.

Ya alejado de Boyle, Alex Garland escribiría y produciría una nueva adaptación cinematográfica de Juez Dredd tras la domesticada versión de Danny Cannon protagonizada por Sylvester Stallone. La versión de Garland, influenciada por la película indonesia The Raid, era un espectáculo de hiperviolencia, tan fiel y acerada como los mejores tebeos del personaje que, lamentablemente, fue ignorada en el momento de su estreno.

De 'Ex-Machina' a 'Men': En 2014, Garland estrenaría su ópera prima como director, Ex Machina. Casi una escisión magnificada y pulida de los mejores episodios de Black Mirror que convertiría a Alicia Vikander en una de las actrices fundamentales de su generación gracias a Ava. Una androide que servía como punto de partida para una tesis acerca de los peligros de la inteligencia artificial y el sexismo asociado a la figura femenina y al mito de la femme fatale, en este cruce brillante entre noir y relato de ciencia ficción distópico, tan bello como perverso.

Su segundo trabajo, Aniquilación (2018), protagonizado por Natalie Portman, comenzó a demostrar que el cine de Garland no se alineaba con los modos de una industria que quería high concepts fácilmente vendibles. Aniquilación podría definirse como una hibridación entre los conceptos de Jodorowsky, el guionista de cómics británico Grant Morrison y las pretensiones conceptuales de Jonathan Glazer en Under the Skin (2013).

Rodaje de 'Aniquilación'
Rodaje de 'Aniquilación'
Cinemanía

Tanto, que Paramount decidió estrenarla en salas únicamente en EE UU y en Netflix en el resto del mundo. Una pena, porque aunque no tan redonda como Ex Machina, contiene algunos de los momentos más fascinantes de la filmografía de Garland, acercándola a su guion de Sunshine.

Peores resultados obtendría Men (2022), su tercer y último trabajo hasta la fecha. Un tratado sobre la misoginia, arriesgado y de atmósfera desasosegante en el que funciona mejor su concepto que el resultado final, debido a un exceso de redundancia. Todo lo contrario que su acercamiento al serial televisivo, Devs (2020), donde Garland demuestra que sigue siendo uno de los talentos más destacados del panorama de la ciencia ficción de autor que tenemos en la actualidad.

Rian Johnson

Rian Johnson
Rian Johnson

Los géneros como excusa: Quizá Rian Johnson sea el que menos ruido provocara en sus inicios y el que más rédito ha sacado al saber jugar con los códigos de los géneros para llevarlos a sus propios e intransferibles terrenos. Ejercicios meta que aparentan adscribirse a géneros concretos para deconstruirlos desde dentro.

Su primer trabajo, Brick (2005), era un neonoir imbricado con una comedia adolescente a lo John Hughes que destacaba por su melancolía y sus componentes surreales, precursora de la incomprendida Lo que esconde Silver Lake (2018) de David Robert Mitchell y cuyo elemento disonante era contrastar los ambientes adolescentes casi salidos del Elephant (2003) de Gus Van Sant con la pluma de Dashiel Hammet.

Menos suerte correría su segundo trabajo, Los hermanos Bloom (2008), donde trasteaba con los códigos de las heist movies de los 70 desde una perspectiva posmoderna que no encontraría su lugar en el momento de su estreno pero que debería ser redescubierta ya que sirve de punto de partida para sus Puñales por la espalda posteriores.

Johnson se adentraría de manera perpendicular en la ciencia ficción con Looper (2012). Un verdadero trampantojo (marca de la casa Johnson) que a partir de lugares sobreexplotados como el neonoir salido de Blade Runner, los viajes en el tiempo al estilo Terminator y unas atmósferas vistas infinidad de veces en la ciencia ficción contemporánea, mutaría en su segunda mitad cambiando los claustrofóbicos escenarios provenientes del ciberpunk por la agorafobia de la inmensidad del entorno rural americano.

De la saga Skywalker a Benoit Blanc: Looper acabaría siendo la película que le pondría en la mira de los grandes estudios. En concreto de Lucasfilm, que le ofrecería continuar El despertar de la Fuerza de J.J. Abrams. Los últimos Jedi (2017) acabaría convirtiéndose en lo único interesante de esa infausta trilogía gracias a que Johnson entregaría un ejercicio meta sobre los problemas del reboot constante en el que se habían convertido las franquicias del Hollywood contemporáneo.

Un ejercicio que recibió ataques feroces de algunos fan fatales de la saga, que, curiosamente en su tono irreverente se sentía más Star Wars que los fosilizados y estériles intentos de Abrams en los episodios 7 y 9. Fue tal la polémica que la proyectada trilogía que Johnson iba a realizar sobre Star Wars acabaría en el cajón de los proyectos irrealizados. 

Rodaje de 'Los últimos Jedi'
Rodaje de 'Los últimos Jedi'
Cinemanía

Por lo que el director volvió al tono y los conceptos de sus primeros trabajos con un whodunnit a lo Agatha Christie que serviría de punto de enganche para acabar hablando de la lucha de clases en la acerada en la América trumpista en la lúdica Puñales por la espalda (2019).

Un verdadero sleeper que daría lugar a una nueva franquicia, ahora producida por Netflix, continuada por El misterio de Glass Onion (2022). Un nuevo caso para el detective Benoit Blanc que se convertiría en un verdadero fenómeno en su estreno en streaming. Un título mucho más desequilibrado y excesivo que Puñales por la espalda, pero que seguía demostrando que a Johnson los grandes presupuestos y el hype no le impedían buscar ese más difícil todavía que le ha acompañado toda su carrera, como demostraría con la serie Poker Face (2023).

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