La historia real del crimen de 'As bestas': veneno en la huerta, amenazas y un tiro de escopeta

Recordamos el caso real en el que se inspiró Rodrigo Sorogoyen para escribir el fenómeno del año
Luis Zahera y Diego Anido en As bestas
Luis Zahera y Diego Anido en As bestas
A Contracorriente
Luis Zahera y Diego Anido en As bestas

Rodrigo Sorogoyen no se quitaba de la cabeza el caso real que inspiró As bestas. Su protagonista, Luis Zahera, recordaba cuando lo entrevistamos en CINEMANÍA que ya durante el rodaje de Que dios nos perdone (2016) le había preguntado por aquella historia de la Galicia profunda que le obsesionaba y en la que veía material dramático para hacer una película. 

Siete años después, As bestas se ha convertido en el fenómeno del año, reuniendo 17 nominaciones a los Goya y el favor de la crítica y el público, superando los tres millones y medio de espectadores.

Pero, ¿cómo era aquella historia real que obsesionaba a Rodrigo Sorogoyen? ¿Qué hay de cierto en la historia que cuenta As bestas? ¿Cuánto tienen de reales los personajes de Olga y Antoine (Denis Menóchet y Marina Foïs), la pareja real instalada en una aldea de Galicia? ¿Se torcieron tanto las cosas en la realidad con sus vecinos como con los hermanos Anta (Luis Zahera y Diego Anido), asesinos de Antoine?

Empecemos pues señalando una diferencia nimia, un detalle. Los protagonistas del caso real en el que se inspira As bestas no eran franceses sino holandeses. Se llamaban Margo Pool y Martin Verfondern. 

Como los Denis, protagonistas del filme, llegaron a Galicia tras un largo viaje por Europa para hacer realidad su proyecto de vivir en la naturaleza aunque, a diferencia de aquellos, no tenían una hija.

Eligieron Santoalla, aldea de Petín en ruinas, en la provincia de Orense. Cuando la pareja se instaló allí, en 1997, todavía vivía gente pero, poco a poco, se fueron marchando hasta que solo quedaron dos casas habitadas: la de los holandeses y la de los hermanos Rodríguez, O Gafas, como los llamaban en la zona.

En aquel paraje desierto, paraíso natural, ¿qué probabilidades había de un sangriento enfrentamiento humano? Lo hubo. La llama que prendió la mecha no fue, como en As bestas, la instalación de molinos de energía eólica sino la gestión de los derechos del monte, cuando los holandeses descubrieron que les tocaba una parte de los beneficios de la venta de madera.

Aunque a su llegada los Rodríguez fueron hospitalarios con los forasteros, la relación entre ambos se fue agrietando con los años, algo que As bestas resume con concesión exquisita sin escatimar la tensión latente. 

En 2002, los holandeses empezaron a encontrar cada vez más obstáculos para sus planes y proyectos, desde un molino de agua a una casa rural. Comenzaba a perfilarse el conflicto principal de As bestas: ¿hasta qué punto la tierra de los Verfondern era suya? ¿Hasta qué punto tenían el mismo derecho sobre ella que los Rodríguez, oriundos de Santoalla?

“Una película bestial. (...) una complejidad que la aleja de la pureza del western”. Lee nuestra crítica.
As bestas.
Cinemanía

Fue en 2010 cuando Juan Carlos Rodríguez, el pequeño de los hermanos con una discapacidad mental, mató a Martin Verfondern. Fue con un disparo de una escopeta de caza. Con su hermano Julio, transportaron el cadáver al monte y lo quemaron.

En el escalofriante documental Santoalla, dirigido en 2016 por los estadounidenses Andrew Becker y Daniel Mehrer que se puede ver en Prime Video, el asesino habla a cámara discurriendo sobre el posible destino de Verfondern tras su desaparición: “No digo nada porque no lo sé, pero tuvo que ir para otro lado o lo llevaron para otro lado”.

Por supuesto, estas declaraciones se grabaron antes de que, en 2014, cuatro años después del asesinato, un piloto de una avioneta de extinción de incendios encontrase el todoterreno de Martin Verfondern y la policía descubriese restos del cadáver dentro. Enseguida, los hermanos Rodríguez fueron detenidos.

Santoalla recoge con profusa documentación de archivo (entrevistas en la televisión, vídeos caseros grabados por los holandeses y hasta vistas judiciales) la penosa relación entre los Verfonder y los Rodríguez. Resulta impresionante ver la vulnerabilidad que Martin muestra a cámara y las numerosas ocasiones en las que advierte de que corre peligro, como esas balas que encuentra entre los chalecos de las cabras. 

'As bestas'
'As bestas'
A Contracorriente Films

As bestas toma buena cuenta de varios episodios grabados por la pareja: los Rodríguez rociando de veneno los cultivos de sus vecinos, por ejemplo.

El thriller de Sorogoyen termina con el descubrimiento del cadáver de Verfonder, dejando en el aire el destino de sus protagonistas. En la realidad, Juan Carlos Rodríguez fue condenado a 10 años y seis meses de prisión por homicidio, condena rebajada de asesinato por su minusvalía. Por su parte, su hermano Julio quedó exento de pena pero con una orden de alejamiento de la aldea. 

Lo más sorprendente es lo que sucedió con Margo Pool, la viuda de Martin que sigue viviendo desde entonces en Santoalla. Hoy es la única habitante de la aldea. Según contaba a El faro de Vigo en 2018, sigue pensando que es el paraíso.

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