Entrevista | Luis Zahera: "Yo pensaba que iba a acabar de galán"

Se ha metido en la piel de presos politoxicómanos, narcos y corruptos. En ‘As bestas’, de Rodrigo Sorogoyen, vuelve a demostrar por qué es nuestro malo favorito.
Luis Zahera
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Jacobo Medrano
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“¡Me encanta tu trabajo!”. Un chico alza la voz sin detener el paso cuando cruza por la Plaza de los Carros y nos ve sentados en una terraza. Luis Zahera (Santiago de Compostela, 1966) le da las gracias en un acto reflejo. A lo largo de esta entrevista a propósito de su último personaje en As bestas, de Rodrigo Sorogoyen, me contará que la gente le para para decirle de todo. “Me dicen que estoy encasillado, que siempre hago de malo –explica–. Pero también me dicen que no puedo cambiar porque yo soy el malo del cine español y de la televisión”.

¿Cuánto de un actor es su rostro y su voz?¡Ostras! Yo creo que bastante. Yo creo que es el azar y eso. Y el duende también tiene que ver con el físico, creo. Cuando rodábamos Sin tetas no hay paraíso con Miguel Ángel Silvestre, que era lo primero que hacía, comentábamos mucho esto, que ponías a diez en fila con esos físicos perfectos, con esa simetría griega, con ese canon de belleza que tiene Miguel Ángel, los pones a todos esos parecidos juntos y toda la gente miraría para él. 

Mira, yo tengo varias hermanas profesoras. Me enseñaron un documental que ponen a bebés a gatas en una habitación a oscuras. La luz se enciende y hay una foto gigantesca de Paul Newman y, del otro lado, hay una foto de una persona normal. Pues el 99% de los bebés van hacia Paul Newman. Hay algo en la simetría. Pero hombre, yo evidentemente soy el antisimétrico. Esta cara de envenenao que tengo, esta cara avinagrada, con la voz...

¿Hasta qué punto han marcado tu rostro y tu voz los personajes que has interpretado y tu carrera?Mira, yo creo que es el azar. Y que agarré buenos tiempos. Yo cuando empecé, que empecé en la televisión de Galicia en el año 92, no iba nadie a los castings. Íbamos cuatro o seis personas. Pero sobre todo, el azar. Tengo un pensamiento simple sobre esto. Simple como una patata. Pero creo en el azar. Hombre, como decía Spencer Tracy: “Di el texto y no tropieces con los muebles”. Pero hay un componente de que te tienen que elegir a ti. Yo conozco a actores que son infinitamente mejores actores que yo y, sinceramente, no les salen las cosas como yo creo que les deberían de salir.

Hablando de los castings... Alguna vez has dicho que te costó mucho presentarte al primero, que te daba miedo.Sí. Yo era muy vergonzoso. No iba a los castings. A mí la vergüenza se me pasó en Nueva York. Hubo un momento que me fui dos años a Nueva York, en el 91. Mi madre tenía una amiga allí y yo le dije que quería espabilar, que quería ver mundo. Allí se me pasó toda la tontería. Aprendí a llamar por teléfono a todo el mundo. Después de eso sí fui capaz de ir a los castings. Estas tonterías de la timidez. La timidez es una cosa que te hace perder tantísimo tiempo que hay que pelear contra ella.

¿Cómo afrontas tú la interpretación? ¿Qué es para ti?Pues, hombre, para mí la interpretación es un juego. Como estos niños que están jugando aquí al lado y que están gritando durante la entrevista. Para mí es una cosa que te vuelve el niño. Una cosa muy divertida, muy lúdica. Un juego. Que gracias a Dios, como diría mi madre, es una profesión.

¿A actuar se aprende con cada personaje al que interpretas?Sí. Yo últimamente noto con el monólogo con el que estoy que la gente te da mucho las gracias. Gente que te cuenta que estaba hecha polvo en casa y que la tuvieron que convencer para ir pero que se divirtió y rio tanto que te lo agradece. Y ahí te das cuenta de que, ostras, el juego tiene su recorrido, sus ventajas, su parte terapéutica, su seriedad. Todos somos iguales. Yo me acuerdo cuando iba al teatro y me generaba esa misma cosa que te arregla la vida.

¿Tu amor por la interpretación nació como espectador de teatro o de cine?Nació en el teatro. Es lo que más me gusta. Pero reconozco que lo que más hice fue televisión, un poquito de cine... Pero, dentro de la mentira que es lo nuestro, ostras, el estar en un escenario con el público... Eso es la gozada espacial. A mí es lo que más me gusta. Las últimas cosas que hice las hice con [Sergio] Peris-Mencheta y doy gracias a Dios, como diría mi madre.

Luis Zahera
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Jacobo Medrano

En el monólogo que mencionabas, Chungo, hablas precisamente de tus personajes de malo.Sí, hombre. La idea del monólogo nació en la crisis de 2008, cuando las cosas empezaron a ponerse difíciles. Es una tontería. Es Luis Zahera poniendo en ridículo a Luis Zahera. Como que yo pensaba que iba a acabar de galán, que iba a hacer muchísimas películas de morrear... Meto a mi mamá, a mi papá... Porque mi madre siempre contaba las mismas historias en Navidad. De mis hermanas y mías, siempre contaba las mismas, y llorábamos de la risa. Y el monólogo es una recopilación de todas estas historias. Yo soy muy ingenuo y siempre me pasan situaciones ridículas. Voy mejorando un poco pero no mucho. Es así, una tontería.

Tu madre era contadora de historias...Mi madre era muy trabajadora, tenía cinco hijos... Mi madre... no tenía tiempo para contar historias. Menos en Navidad. Mi madre era muy de estar con sus hijos. Mi papá era un señor más distinto, como los señores de antes. Que no te abrazaba. Mi madre era todo lo contrario. Bueno, las familias de los 60. Somos todos iguales.

¿Recuerdas tu primer encuentro con Rodrigo Sorogoyen?Pues mi primer recuerdo es en el casting de Que Dios nos perdone. Por lo general, en los castings jamás están los directores. Ya me llamó la atención. Dije, ostras, qué buenas explicaciones da este tipo, qué cabeza más bien amueblada. Un tipo que brillaba, un tipo con toque. Mucho tiempo después, en El reino, nos preguntamos, igual que tú, cómo nos habíamos conocido. Y yo le conté el recuerdo que tenía de conocernos en el casting. Entonces, en un ataque de sinceridad que me encantó me dijo: “No, yo ya te iba a coger. El casting solo te lo hice para saber si eras imbécil. Para saber si eras un brasas, un actor complicado”. Me gustó mucho esa sinceridad.

Esa sinceridad revela también un gran pragmatismo.Sí. Hombre, siempre que a la gente le va bien parece que la encumbras... Yo le debo muchísimas alegrías a él, la verdad sea dicha. Que te voy a contar. Un tipo particularmente brillante, un genial director a mi entender. Autor. Que cuando se mezclan las dos cosas es impresionante. Todos los compañeros de profesión quieren trabajar con él. Me dicen: “Ostras, háblale de mí”. Como decía mi mamá, a mí me vino Dios a ver.

¿Cómo te vendió Sorogoyen este papel en As bestas? Porque te he escuchado alguna vez que estás cansado de esos retratos de la Galicia profunda o la Galicia de los narcos.Me la liaron en aquella entrevista con el titular. Yo dije que estaba un poco cansado interpretativamente de esas películas y series de televisión... Yo tengo esta cara de animal, esta voz de ogro... Y, o bien me dan el Tercer Mundo, o bien me dan toda la cocaína del mundo. Me fastidió este titular de que Galicia solo es Tercer Mundo y cocaína. Yo hablaba de los personajes que hace Luis Zahera. Y ahora voy a responder a tu pregunta, que me acabo de tirar el rollo.

Sorogoyen vendió esto, esto que es un thriller crepuscular, esto que es a quién pertenece el territorio, esto que es la modernidad contra la tradición... Me lo vendió bien y, creo, con toda la humildad, que lo entendí mínimamente bien. Que está tan bien escrito... Todos los personajes tienen su parte de razón, además. Son personajes poliédricos. Me gustaba esa frase de ‘Ruy’: “¿A quién pertenece el territorio?”. Hasta me parece que remite a esta locura que hay ahora con los territorios, con Putin y Ucrania.

Tiene mucho de western. ¿Te gusta el género?Sí, hombre, claro. Que me crié con mi papá en el salón: “Chico, ven a ver este western”. Los veía todos pero odiaba a Virginia Mayo. Apagaba el televisor si salía. Hay muchas actitudes de mi personaje en As bestas que saqué del western.

Luis Zahera
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Jacobo Medrano

¿Te consideras cinéfilo?Yo era de los que iba al cine dos veces a la semana con mi pandilla. Pero, sinceramente, empiezas a trabajar... Sinceramente, no tengo tiempo. Cuando descanso me pierdo por la Casa de Campo, con mis lecturas... Es una pena porque todo el mundo está dejando de ir a las salas. Es complicadísimo.

¿Y quiénes eran tus directores de cabecera?Los de los 80. Me encantaba David Lynch, el Almodóvar de los primeros tiempos... Mi película preferida puede que sea Paris, Texas. O Blade Runner.

¿Cuál es para ti el personaje o el proyecto soñado?Soy como estos niños que están en el parque. No me proyecto al futuro. Hay actores que me dicen que debería decir que no. Yo le puedo coger gusto a todo. Hombre, pasa este clásico. Los que hacemos de malos queremos hacer de buenos y al revés. Yo estoy un poco en ese momento. Que doy gracias a Pau Durá, con el que acabo de rodar una película que se va a titular Pájaros. Me acaba de dar un papel de bueno. Estoy súper ilusionado por haber hecho un bueno.

¿Hay algún personaje que hayas interpretado que te haya impuesto mucho? Por ejemplo, el de Celda 211, con el que muchos te descubrimos.¿Por hacer el ridículo? Yo se lo agradeceré toda la vida a Dani Monzón [director de Celda 211]. Eso ocurrió de la siguiente manera. Dani Monzón me había visto en Sin tetas no hay paraíso. Mi personaje iba a ser un terrible, un personaje que daba bastante miedo. En mi barrio yo tuve amigos presos, conocí las cárceles. Y había este tipo de interno, enfermos judiciales. Gente que entró muy joven en la cárcel, politoxicómanos... Los tienen medicadísimos.

Se le propuso esto a Monzón, este tipo de internos cortocircuitados, que ya no están. Y que son como mascotas en la cárcel, uno que es capaz de ir allí “y me dijo Malamadre que vengas” y que lleva la tele de aquí allí. Y compró la propuesta. Y yo, feliz, ninguna sensación de riesgo. Generalmente no me impone interpretar ningún personaje. Tú le dices a un niño “salta” y salta. Pues lo nuestro es lo mismo.

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Jacobo Medrano

Empezaste en la televisión. ¿Dirías que ha cambiado mucho la forma de hacerla?Boh, ¡mi madre! Cuando empecé en televisión ya era un crimen tener el acento gallego que toda la vida tendré yo. Porque soy sordo, no soy capaz de quitarlo. Ya lo he asumido. Una de las primeras veces que hice televisión en Madrid con José Luis Moreno, cambiabas una palabra y lo llamaban por teléfono a él. Era una cosa... Era una tele más rigorista, encorsetada. Ahora se asumen unos riesgos que no se asumían entonces. Ahora los medios están en televisión y no en el cine, me duele decir esto.

Yo reconozco que soy un actor al que le gusta meterle mano a los textos, que siempre hablo con los directores porque tengo la teoría de que los protagonistas están muy bien dibujados pero los secundarios siempre están menos dibujados. Y creo que hay que enriquecer determinadas situaciones. En mi defensa diré que el riesgo también está bien en la interpretación.

¿Qué es para ti lo mejor de interpretar personajes secundarios?Lo bueno de los secundarios es que vuelas un poco más libre. Esto es una opinión mía. Porque los protagonistas están más dibujados pero también más vigilados. Y luego vas trabajando con los grandes. Ya llevo unos años con [José] Coronado, que es un grande de España. Me acabo de hacer una película con Javi Guti [Gutiérrez], que es otro grande.

¿Cuánto aprendes de otros compañeros?Aprendes a trabajar y aprendes actitudes. Aprendes un montón de cosas. De niño vi a un gitano en la Plaza de la Quintana en Santiago de Compostela que tocaba la guitarra espectacularmente. Entonces me paré con aquel gitano porque me fascinaba. Le dije que era un virtuoso y me dijo: “No te fíes de los dedos”. Dijo aquella frase: “Para saber tocar una guitarra hay que saber muchas cosas”. Y cada vez me convenzo más de lo cierto que es.

Con los grandes aprendes no solo cosas de interpretación sino que conoces sus mundos. Cómo ve Javier Gutiérrez la interpretación, la pasión que tiene ese tipo... Y feliz, yo feliz en mi posición de secundario arropando y acompañando a los protagonistas que creo que es lo que tiene que hacer un secundario. Que aquello brille, que el prota brille, que luzca el conjunto. Es muy bonito y da mucho. Es que son muy grandes. Tú estás en un set con [José] Coronado y se para un poquito el tiempo. Para los relojes.

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